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La agricultura, tan importante para nuestra vida, no es sólo una de las actividades profesionales más duras, también suele ser la que primero sufre todos los males y problemas. Para empezar, tiene en la meteorología un enemigo casi imposible de controlar. Unas veces es el ... hielo, otras el viento y, sobre todo, la sequía, peligros que mantienen la incertidumbre sobre los resultados de los esfuerzos, tanto para quienes dependen de ellos en la cocina como para la industria agroalimentaria y, de manera especial, para los que tienen en el campo su medio de vida.
Precisamente estamos en unos momentos en que los agricultores, y sus hermanos los ganaderos, tienen todos los elementos negativos para su actividad coincidiendo en contra. El más grave sin duda es la sequía. Las nubes se niegan a abrirse con normalidad y cuando lo hacen esporádicamente descargan su furia con una intensidad que lejos de proporcionar beneficios a los cultivos, los destroza. En la mayor parte de España la sequía causa angustia y no sólo en el campo o en los sembrados. En algunas comunidades, como Cataluña, Valencia o Andalucía también afecta a los hogares.
Ciudades y centenares de pueblos vuelven a vivir algo que siempre se ha recordado de los años de la posguerra: el racionamiento del agua. La frustración que se sufre durante determinadas horas viendo cómo lavarse las manos porque los grifos han dejado de funcionar, es horrible. El racionamiento del agua es la medida que las corporaciones locales más temen tener que decretar. Robar el agua de todos es algo que sucede abriendo pozos que extenúan el subsuelo y reducen el caudal de los ríos. En esta situación, el vaciado de los estanques y el recurso de los regadíos se convierte en un motvo cotidiano de conflictos.
Con todo, no es en España donde la sequía es más grave. La escasez de agua no afecta sólo a la agricultura y al consumo, también a la industria, al comercio y hasta a la navegación. El canal de Panamá, tan importante para el intercambio de mercancías entre continentes, lleva meses funcionando por debajo de su capacidad. En África, donde las vacas se mueren por falta de pastos, también los habitantes sufren enfermedades derivadas de la sed. Mientras los hombres se agotan cavando la tierra reseca, las mujeres tienen que recorrer muchos kilómetros para regresar con un cántaro lleno en la cabeza.
En nuestro país la situación no llega a estos extremos, aunque no es la sequía lo único que amenaza a los agricultores. Las protestas violentas de sus colegas franceses contra la falta de atención de su Gobierno están afectando a las exportaciones españolas a otros países, y en muchos casos hasta destruyendo las mercancías transportadas en los camiones congeladores hacia terceros países y agrediendo a los conductores. Los agricultores españoles afrontan los mismos problemas que los franceses, que olvidan que la competencia de sus productos, empezando por la leche, también perjudica a los ganaderos y agricultores españoles.
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