No anduvo cauteloso Pedro Sánchez al definir la cogobernanza como un éxito político. Para el Gobierno, sin duda. El federalismo antipandemia improvisado para afrontar lo imposible de prever ha permitido al Ejecutivo descargar buena parte de la responsabilidad y de los gastos sobre los presidentes ... autonómicos. A ellos les toca decidir, ante su puerta acaban las quejas y en su presupuesto se cargan buena parte de los gastos a la espera del maná europeo. Mientras tanto, el ministro candidato de Sanidad, Salvador Illa, se reserva el 'nihil obstat'. Prorrogado el estado de alarma, el ministerio ha parecido más un gendarme que la voz de un Estado aplicado a cogobernar. El confinamiento, no; modificar el toque de queda, ya veremos, y restricciones con cargo al Gobierno regional, casi a discreción. Las autonomías, a costa de prueba y error, de copiarse unas a otras y de tantear al personal van unificando sus medidas a trompicones.
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La cogobernanza malentendida ampara al Gobierno, pero desgasta a las autonomías, despista a los ciudadanos y genera agravios comparativos en muchos sectores. No falla el modelo, en el que pueden encontrarse buenos principios y algunas virtudes, sino la falta de concreción y sobre todo la interpretación de algunos responsables de aplicarlo. El gobierno compartido, tal vez la fórmula más trabajosa y elaborada de gestión, ha obligado a las autonomías a remangarse, pero también ha servido a algunos ministros de parapeto y excusa para dedicarse a la política madrileña o catalana. Seis meses y dos olas de coronavirus después de proclamar la nueva normalidad, la cogobernanza aún no ha pasado del trazo grueso. A ello se le suma un ministro de Sanidad en campaña, lo que permite cuando menos dudar de su determinación para asumir el desgaste de aprobar las medidas que considere necesarias. Salvador Illa, que durante meses demostró liderazgo, anda ahora detrás de las autonomías más que junto a ellas y lo que niega, como ocurrió con la petición de confinamientos del Principado, lo convierte Adrián Barbón en cierres perimetrales y sectoriales por concejos, lo más parecido que puede hacer a lo que cree necesario y justo sin vulnerar la indicación ministerial. El resultado, diecisiete cogobernanzas. Y no era eso.
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