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Entre tanto nuestros políticos, un día sí y otro también, se dedican a mantener continuas broncas, insultos e improperios, para mantener sus intereses personales y de partido, nadie habla del grave problema que genera nuestra deuda pública, y que lleva a un serio riesgo de ... que nuestra economía estalle en cualquier momento. A ningún economista se le escapa que España está sumida en una profunda crisis de deuda.
Tenemos nuestra deuda pública en máximos históricos, con un enorme déficit estructural y, paralelamente a esto, se han aprobado unos presupuestos para 2023 muy poco reales y muy poco sostenibles. Habida cuenta de que estamos inmersos en unos entornos de mucha incertidumbre, sin ninguna consolidación fiscal y con un manifiesto riesgo de recesión delante de la puerta. Además, hemos de añadir a esto que ya se ha iniciado el calendario electoral, que puede desestabilizar aún más las cuentas públicas.
El dinero es miedoso y los inversores tienen aversión a esta profunda incertidumbre que se cierne sobre nuestra economía. En este estado de cosas, la desconfianza que existe puede ser la bomba de relojería que haga estallar nuestra economía a consecuencia de la crisis de deuda que sufrimos. Los mercados de capitales son hipersensibles y están vigilando muy de cerca el gasto público que tenemos en España. Como sostiene el doctor en Economía de Fedea Javier Ferri, «el déficit y la deuda no son sostenibles». El propio gobernador del Banco de España, en su último informe de estabilidad financiera, avisa del peligro de que los desequilibrios presupuestarios que tenemos arrastren a la economía a un escenario muy peligroso.
Mientras en 2019 la deuda española suponía el 95,5% del PIB, en marzo de 2021 ya se había disparado al 125,3%. En este momento la deuda está en máximos históricos y triplica a la que había en 2008. Y si a esto añadimos que los tipos de interés están creciendo, la deuda, día a día, saldrá más cara al Estado.
Los presupuestos aprobados para 2023, que incluyen unas previsiones de crecimiento muy optimistas, provocan el incremento del déficit estructural, ya muy elevado, y esto no es nada bueno cuando nos estamos moviendo en un escenario de tipos de interés y de deuda al alza. La presidenta de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef) embistió contra los presupuestos por su «falta de realismo», advirtiendo además de que si no aplicamos una reducción de la deuda, existe riesgo de que esta se estanque y que no baje más.
No hay que entender mucho de economía para saber que no se puede sostener el mantenimiento de unos ingresos cuatro puntos por debajo de los gastos. Y en este escenario, con lo miedosos que son los mercados de capitales, los inversores seguro que estarán desconfiando muy mucho de la solvencia de España. Parece evidente que España debería haber planteado unos presupuestos más creíbles, con medidas concretas para provocar una progresiva reducción del déficit, evitando entrar en una crisis fiscal grave.
Estamos en año electoral y esto seguro provocará un entorno más político que económico y que los partidos pretenderán obtener rédito. Para ello antepondrán sus intereses partidistas a las necesidades de nuestra maltrecha economía. Seguro que esto va a traer muy negativas consecuencias para nosotros. Estamos viendo también bastantes derivas populistas en algunas medidas que no conducen a nada, así como a una oposición que no aporta propuestas razonables. Mal asunto.
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