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Hasta el presente, el coste del despido en España depende de tres factores que son: el tiempo de antigüedad en la empresa, el motivo del despido y el salario que percibe el trabajador. Y, ahora, parece que va a sufrir un cambio profundo porque se ... pretende instaurar el llamado 'Despido reparativo' que supone un cambio radical de enfoque ya que el coste dependerá del «daño causado», el cual estará en función de la situación personal del trabajador (número de hijos, liquidez, importe de las deudas o ahorros que tenga, que tenga propiedades o no, etc.). Es decir, el coste del despido dependería de factores que no tienen nada que ver con la empresa.
Hay como mínimo, cuatro razones claras para no apostar por el 'Despido reparativor y son las siguientes:
1. Supone una grave inseguridad jurídica porque implica realizar cambios en un contrato, el de trabajo, celebrado entre dos partes con una legislación totalmente diferente a la que ahora se aplicará cuando se produzca un despido, dado que ni siquiera se pretende establecer 'despido reparativo' para los contratos que se celebren a partir de un punto. Es decir, estamos cambiando las reglas de juego a mitad de la partida.
2. Se está cargando a la empresa con la obligación de arreglar los problemas económicos y de vida particular del trabajador (número de hijos, hipotecas, piso en alquiler, deudas, pagos por asignaciones por divorcios, etc.) en los que no tiene absolutamente nada que ver. Incluso es discutible que el Estado tenga que arreglar esas situaciones porque a ellas habrán llegado algunas personas por mala suerte, pero también otros por dejadez o mil factores, pero en caso de querer asumir ese papel extremadamente paternalista sería el Estado quien debería proporcionar a esa persona dicha protección y no cargarle ese mochuelo a la empresa.
3. Es un ataque a la productividad ya que a la hora de decidir de quién se prescinde hay un coste diferente según las circunstancias personales del trabajador. Sería mucho mejor que mantuviesen el puesto de trabajo los más productivos, lo cual generaría mayores beneficios a la empresa, la cual pagaría más impuestos y con dicha recaudación se podría ofrecer protección a los que han perdido el puesto de trabajo.
4. Va a generar el efecto contrario al pretendido porque las empresas van a tener en cuenta el perfil del trabajador a la hora de contratarlo y esquivarán a aquellos que por su situación personal puedan dar lugar a una indemnización mayor en el futuro. Es decir, protegerá a los que tienen trabajo ahora, perjudicando a los que lo intentarán conseguir en el futuro. Estamos ante una nueva situación de 'dualismo' en el mercado laboral, tal y como advierten reiteradamente los galardonados con el Premio Nobel de Economía del año 2010, los norteamericanos Diamond y Mortensen y el británico-chipriota Pissarides. Es decir, contratos de dos categorías y trabajadores de dos categorías. Eso sí que es discriminación.
Pero, por encima de todo, es que hay infinidad de ejemplos en los cuales cada vez que se ha tratado de intervenir para establecer políticas proteccionistas se ha conseguido el efecto contrario al pretendido. A continuación menciono algunos casos evidentes.
1. Durante muchas décadas, estudiar para acceder a mejores trabajos era la manera más directa y casi única que tenían los hijos de familias humildes para poder coger el ascensor social y dar un gran salto. Al devaluar totalmente todo el sistema educativo, incluido el ciclo universitario, los títulos son puro papel mojado y no sirven de nada, con lo cual el factor diferenciador lo constituye el tener un master o una titulación en universidades elitistas extranjeras, de imposible acceso para esas personas de humilde condición económica. Este aspecto es señalado reiteradamente por el sociólogo británico A.Giddens, el cual no es sospechoso de neoliberalismo, esa palabra que tanto temen algunos.
2. En el mercado del alquiler de vivienda, se han establecido tal cantidad de medidas demonizadoras para el arrendador que ha hecho que exista escasez de vivienda en alquiler, lo cual hace subir los precios y excluye de su acceso a los más desfavorecidos.
3. La reforma laboral habida en España hace un año, la cual casi impide hacer contratos temporales, ha aumentado (no podía ser otra forma, era de cajón), el número de despidos, ha aumentado la precariedad y la rotación en los puestos de trabajo porque no se puede 'meter a calzador' a un trabajador en una empresa. Los datos publicados por el Banco de España en ese sentido son demoledores.
4. La protección establecida a favor de los deudores hipotecarios («Yo no sé, yo no entendí las cláusulas... sólo mientras me beneficiaban», etc.) ha hecho que las entidades financieras pidan mayores requisitos para poder acceder a un préstamo hipotecario para comprar una vivienda, perjudicando a los futuros compradores.
Los perdedores de todo esto serán los jóvenes porque se les impide acceder a una vivienda ya sea por compra o por alquiler, se les impide dar un salto social a través de los estudios porque los títulos son papel mojado y porque la legislación laboral española blinda a quienes su despido supone un mayor coste, en detrimento de quienes empiezan. Ante tal escenario, los que tienen más capacidad y formación siguen dos rutas: Irse al extranjero o tratar de convertirse en funcionarios. El resto, los 'ni-ni' se quedan todos aquí, claro. Y a todo eso, se 'vende la moto' de que se protege a la juventud.
Dicen que cuando el macedonio Alejandro el Magno desfilaba orgulloso por una ciudad conquistada, pasó delante de Diógenes, el cual vivía humildemente dentro de un tonel o barril, y le dijo con aire de suficiencia: «Pídeme lo que quieras y te lo concederé». A lo cual Diógenes le respondió: «Te pido que te apartes y no me quites el sol». Los pequeños autónomos y los trabajadores no necesitan esta 'protección' envenenada que les perjudicará. Lo que necesitan son reglas claras y estables y un sistema educativo de calidad para poder tener un trabajo digno y bien remunerado y poder tener acceso a una vivienda.
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