Directo Pepe Lorente, mejor actor revelación por 'La estrella azul'

Escúchenlo. Es tan estruendoso el silencio que hasta amenaza con romper los tímpanos. Hasta el cri cri de los grillos –y miren que en esta época del año están callados los bichitos– se cuela en el ambiente. Hablamos del silencio de alguien tan acostumbrado a ... la estridencia oratoria como es nuestro locuaz arzobispo de Oviedo, tan dado él a opinar más de lo terrenal que de lo divino. Pero ahora, cuando tenemos a toda una comunidad cismática ya asentada en Asturias, como son las monjas de Belorado, a nuestro prelado parece que le ha comido la lengua el gato.

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Dicen desde el palacio episcopal de la Carbayonia –como bautizó a la Vetusta de Clarín el sagaz periodista Lorenzo Cordero– que monseñor Sanz Montes no tiene nada que decir. La afonía se debe a que estas monjitas ni son monjas, ni son religiosas, mercede a la excomunión a las que la Iglesia les condenó por rebelarse contra esos 'señoros' que gobiernan la Iglesia.

En el Arzobispado se argumenta que como estas mujeres con hábitos de clarisas no forman parte del holding eclesiástico, pues Don Jesús nada tiene que decir. A ver, 'señoros' arzobispales, que esa explicación no vale. ¿Desde cuándo monseñor nada tiene que decir de algo que no forma parte de la Iglesia? Que no cuela en una persona que ha criticado la llegada de inmigrantes; que niega el feminismo y el cambio climático; que llamó a concentrarse ante las sedes del partido del presidente del Gobierno porque con él España se nos rompe o ve un atentado contra el orden y la moral amar a los de tu mismo sexo. Vamos, que eso de no opinar sobre las cuestiones que no son del ámbito divino pues como que no va con Don Jesús.

¿No será más bien que a monseñor le hace menos gracia que al Papa Francisco ver cómo a su San Lorenzo le mete un gol Huracán tener tan cerca a esas díscolas y herejes mojitas? ¿No será que a Don Jesús, le gusta más ver la paja en el ojo ajeno que la viga en la suya? Por cierto, y como tampoco descarto que su afonía se deba a estos fríos de invierno, le recomiendo una infusión de jengibre y fervidillo de coñac, con miel y limón. Oiga, mano de santo.

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