El cultivo de la manipulación
EN POCAS PALABRAS ·
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La deshumanización del adversario, la deformación de los problemas y la repetición de un puñado de ideas de forma simple, efectista y machacona siempre han inspirado la peor propaganda. A estos recursos de la persuasión emocional han recurrido a lo largo de la historia estados, ... partidos de todo signo y manipuladores de andar por casa, cada cual con su poder y en su momento. Lo mismo goebbelianos que la Agitprop, propagandistas de todos los tiempos y condición han recurrido a la vulgarización de los mensajes y al efectismo de la imagen. Poco han inventado los maestros actuales de las 'fake news' más allá de los nuevos formatos. Los viejos métodos de la propaganda siempre ofrecen a los partidos golosos réditos a corto plazo. Nada como irrumpir en la escena con mensajes ruidosos, comprensibles incluso para el menos inteligente, fáciles de recordar y a los que resulta difícil responder sin meterse hasta la cintura en una ciénaga. Lo mismo sirve un tuit que un cartel, una octavilla que un tiktok. No se trata de alcanzar la persuasión por la inteligencia, sino por las gónadas, de conseguir el barullo necesario para inflamar los ánimos de los partidarios y acallar los argumentos de los adversarios.
Al buen manipulador tanto le sirve la cínica ingenuidad del victimismo como inspirar el suficiente miedo en quienes temen verse convertidos en sus piezas de caza, él ni se deja amedrentar ni se pone límites. Su éxito se fundamenta en imponer sus gritos al discurso de los demás, abusar de la miopía de quienes se conforman con ignorarlos y en aprovechar los errores de quienes caen en su invitación de borrar las fronteras de cualquier principio para chapotear con ellos en el barro de la descalificación y la caricatura. Los tiempos de incertidumbre son para ellos de oportunidades. Cuando la democracia no es capaz de ofrecer respuestas, nada como arrastrar el debate fuera de la razón y ofrecer remedios simples para las cuestiones más complejas. Ahora que los partidos parecen andar tropezándose con casi todo lo que les sale al paso, los manipuladores encuentran un ecosistema idóneo para florecer y hacer carrera. Así que no se extrañen de verlos brotar, no hace falta cruzar fronteras para encontrárselos. Lo peligroso es cuando los propios partidos los cultivan con un temeroso silencio o los riegan por conveniencia. La cosecha es tan previsible como peligrosa.
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