Secciones
Servicios
Destacamos
En un libro publicado hace 40 años leí que si querías aumentar la diversidad de seres vivos en tu jardín lo mejor era no esmerarse en su cuidado dejándolo asilvestrar un poco. Ya saben, no cortar la hierba al ras para tener un césped monoespecífico ... perfectamente homogéneo, no podar los macizos con linealidad cubista, no recoger la fruta caída de los árboles, evitar los pesticidas. Si no cortamos la hierba, favoreceremos a las herbáceas que se reproducen a través de sus flores, que atraerán insectos polinizadores y sus frutos y semillas serán comidos por las aves y otros insectos, mientras que sus tallos muertos servirán de abono natural. Incluso una charca artificial, si no es muy pequeña, puede acoger alguna libélula porque como sus larvas son carnívoras necesitan un número suficiente de bichitos para alimentarse. Dentro del casco urbano los mamíferos lo tienen más complicado porque no vuelan, pero ratones o ratas pardas pueden establecerse a sus anchas en ese pequeño paraíso natural. Esa es la clave: una selva a escala para el disfrute individual de un propietario concienciado.
El 55% de la humanidad vive en ciudades, que no llegan a ocupar el 5% de la superficie terrestre. Según el SIOSE, en el municipio de Gijón la extensión urbana, juntando el casco urbano y su ensanche a la zona de mezcla urbano-rural de los pueblos, acumula el 10%, sumando las zonas verdes urbanas el 1,06% del concejo.
Tengo un conocimiento limitado de la fauna de los jardines gijoneses, pero puedo hacerme una idea aproximada a partir de un estudio que el ornitólogo Gabriel Silva hizo de los parques urbanos de Oviedo en 2014. Concluyó que los parques mantienen el 61% de la naturalidad potencial que habría si el ser humano no hubiese artificializado ese espacio. El principal factor que explica la riqueza de su avifauna es el tamaño, de manera que los grandes parques periurbanos concentran mayor diversidad de aves que la suma equivalente de pequeños y céntricos espacios verdes, porque los parques pequeños son evitados por algunas especies, como aves rapaces y pájaros carpinteros, y más aún si están rodeados por una barrera de edificios impenetrable para ellos. Otro factor importante es la diversidad estructural del jardín, porque la cobertura de arbolado con la que cuentan, y probablemente también de arbustos, son muy importantes como lugar de refugio y alimentación. Otra conclusión es que ninguna de las especies invernales que encontró en su estudio está amenazada, así que los parques urbanos no sirven para salvaguardar las especies con mayor grado de riesgo de extinción a nivel global o regional, pero sí para conservar en buena parte la estructura original de la ornitocenosis. En definitiva, si queremos acoger muchas aves en nuestros parques hagámoslos grandes, dejando crecer sus muchos árboles y metiendo algunos matorrales de vez en cuando.
Algunas aves están prácticamente ausentes de los parques, como ciertas currucas o el acentor común, porque a estos pájaros les gustan los brezales que nadie planta en su jardín. Otras como el trepador azul dependen del tamaño de la extensión boscosa que habitan. Agateadores y pájaros carpinteros dependen mucho del tamaño de los árboles y del tamaño del parque, pero les afectará poco que sieguen la hierba o no. Sin embargo, a gorriones, lavanderas, urracas, palomas y gaviotas, les dará igual que la ciudad tenga parques, grandes, pequeños, cuidados o abandonados. Van a estar ahí: unos sin molestar y otras molestando, aunque no haya parques en los alrededores. Incluso a los halcones peregrinos, a las tres parejas que anidan en Gijón, les da igual el grado de cuidado de parques y jardines. Están solo interesados en la cantidad de palomas disponibles.
Pájaros y gatos
Otro condicionante sustancial para algunos pájaros son las molestias humanas, incluidas las de las mascotas que pasean con ellos, pero ¿qué sentido tiene un parque público si no está abierto al público? Las colonias felinas constituyen un centro de predación de pequeños pájaros, porque los 5.000 gatos callejeros que se dice que viven en Gijón se obstinan en no renunciar a sus hábitos innatos. Cada uno puede matar entre 20 y 25 pájaros al año. No parece mucho, pero suman un mínimo de 100.000 en total.
¿Tendríamos libélulas en la plaza de Europa como tuvimos cangrejos rojos cuando alguien repobló el estanque? No estaría mal, pero dudo que las tengamos en la Plazuela por mucho que dejemos de segar sus parterres. Tampoco tendremos musarañas en la Fábrica de Gas. ¿Es deseable que cada noche regresen los estorninos a Begoña, porque eso aumenta su riqueza en especies? Cada uno puede tener una idea particular sobre el tema. ¿Aumentará la biodiversidad del parque de Los Pericones que se deje de segar el césped? Seguramente, pero si comparamos la aportación de naturalidad del mayor parque de Gijón, con sus 40 hectáreas con la riqueza biológica de la campiña atlántica que se abren a continuación hacia el sur vemos que su contribución resulta irrelevante, porque no supone más que el dos por mil de la superficie del concejo. ¿Compensa la ganancia de biodiversidad la pérdida social que representaría? Si se quiere hacer algo útil y no solo tomar medidas bienintencionadas de cara a la galería, es mejor garantizar que el 'solarón' siga siendo lo que ahora es y plantemos allí árboles. Darán sombra a la gente y a los perros y acogerán más aves.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.