Compraba la abuela la cantidad mínima para dar sabor, la máxima para su monedero: cuarto y mitad. Comprendo el significado viendo a la izquierda, perdón, las izquierdas, subdividirse hasta soñar con la sustancia adherida en el cuchillo. Al cainismo genético se añade la obsesiva preservación ... de la pureza propia, para intentar luego sumar en un extraño cálculo que acaba restando y volviendo menos el más.

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Las viejas purga, calumnia, puñalada trapera, expulsión... se renuevan con otras versiones: jóvenes renovadores convertidos en viejos guardianes de la esencia, pues más vale morir con honra que acordar con colegas, la división infinitesimal para en futura unión lograr cacho; el modelo transversal y pienso de engorde que revienta costuras, la del fundador-refundador de corrientes -esta es la última- que busca cómodo acomodo la versión crítica, pájaro loco muy cuerdo, medido verso libre, mosca cojonera que acaba por integrarse para confirmar la pluralidad y fortaleza de la organización que acepta al discrepante y el modelo mesiánico de visionario que recibe fulguraciones de lo alto y guía la ascensión celeste. Modelos ricos y geografía amplia.

Tendencias e intendencias, facciones y ficciones, corrientes y descargas, acciones y reacciones, sensibilidades y sensibles, aburren a las ovejas y obturan las orejas. Hablan de renovación mientras cronifican el cáncer intestinal, loan las virtudes de la utopía con viejos estribillos; la pureza exige fidelidad, borrar al discrepante, barrer al crítico, olvidando que cuando los iluminados abundan se multiplican los impuros. Demasiado profeta, excesivo genio llegado del mundo ideal con poca encarnación real que ahoga ideas sólidas con su tormentosa lluvia de ideas; excesivo intelectual baratillo habitando su particular más allá, mucha hierba para la tenada disponible.

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