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A estas alturas de la sexta ola no existe persona que desconozca sus efectos. Bien sea, directos o indirectos. Entre los primeros, destaca la gran cantidad de contagios. Rara es la familia donde no haya habido alguno, empresa en la que cualquiera de sus trabajadores ... no esté afectado o grupo de amigos que no se encuentre inmerso en la plaga. Digamos, pues, que ómicron lo sentimos, masticamos y palpamos a diario. En cuanto a lo segundo, nuestra vida en general ha pasado a ser completamente anómala e incierta. Y aunque es verdad que antes también lo era, ahora resulta todavía peor.
Los centros de Atención Primaria se encuentran colapsados, los hospitalarios empiezan a estarlo y retrasan operaciones ordinarias, mientras que la economía en general se resiente. Son tantas las bajas laborales -10.000 en Asturias durante el pasado mes de diciembre- que acceder a cualquier bien o servicio acaba siendo una odisea. Entre otras cosas, porque este virus deja las plantillas en cuadro o directamente agotadas. Tal es así, que se está produciendo una parálisis del aparato productivo. Algo que, cuando comenzó esta nueva versión de la pandemia y para justificar la falta de medidas restrictivas, decían que se quería evitar. Sin duda, ese equilibrio entre salud y economía no se ha producido. Ha ganado el virus por goleada.
Sin embargo, esta ola pasará a la historia como la más banal en cuanto a su tratamiento. Si en cualquiera de las anteriores los discursos fueron grandilocuentes (estamos en guerra y cosas así), en la actualidad predomina el silencio desde instancias gubernamentales. Se quiere quitar hierro a la mayor propagación de la covid conocida, con la excusa de que la mayoría de los casos son leves. Eso sí, a quien le toca el chungo, que se fastidie. Es más, Pedro Sánchez en unas recientes declaraciones, apostaba por darle el carácter de gripe común. Olvidarnos ya del tema y pasar a considerarlo como endémico. Dicho en otras palabras: todos lo vais a tener que pasar. Además, insta a cambiar el sistema de vigilancia de la enfermedad, para no tener que escuchar eso del número de infectados. Recuerden que solo a nivel a nacional, el pasado lunes, fueron 134.942 contagios y, ojo, 247 fallecimientos. En nuestro paraíso natural hemos alcanzado los más de 3.600 en un día y, la verdad, no parece verse el final. Sinceramente, creo que es cuando menos deshonesto eso de que debemos considerar a ómicron como una gripe.
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