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Si crees que sabes lo que pasa en Oriente Próximo es que te lo han explicado mal». Lo decía un veterano periodista especialista en la cuestión. La frase recuerda, inevitablemente, a la dicha por un exfutbolista danés -«si la mecánica cuántica no te deja confundido ... es que no has entendido nada»- que acabó haciéndose físico, y ambas frases parecen ilustrar ese tipo de situaciones de las que decimos que 'no tienen solución'. Conclusión reduccionista que expresa, más bien, que nos sentimos, como sociedad, impotentes para encontrar y desarrollar una vía de solución al problema político de Oriente Próximo. Y 'no tiene solución' significa sólo que no la tiene a gusto de todos, es decir, en el fondo, como todos aquellos problemas humanos que, a fuerza de enconarse, se acaban enquistando. En tales casos la posible solución sólo puede venir impuesta desde fuera porque dentro, entre los directamente implicados, hay ya demasiada historia, demasiado odio rutinario, demasiado sufrimiento y demasiada entropía como para encontrar un orden comúnmente aceptable. Y no digo demasiada religión porque ésta es un factor más bien distintivo de los bandos que desencadenante del conflicto.
Israel es un estado poblado por lo más esforzado de la colectividad peor tratada a lo largo de la historia después de las mujeres y, no sólo por ello, tiene todas mis simpatías. Pero creo que debemos admitir que, hoy por hoy, es, tristemente, más parte del problema que de la solución. Quizá la misma estructura política que lo hace cercano a Occidente lo aleja de sus vecinos musulmanes. Quizá la perenne amenaza de su entorno y la conciencia de la peculiarísima condición de saberse incompatible con una sola derrota, que podría suponer la extinción de su Estado, ha impreso carácter belicista a una sociedad que vive en permanente estado de alerta. En este contexto de tensión exacerbada -miseria palestina generalizada, zozobra judía permanente- nunca faltarán, en ambos bandos, poderosas minorías maximalistas reacias al acuerdo, ya que éste es siempre, en alguna medida, sinónimo de cesión. La comunidad internacional ha estado vergonzosamente perezosa ante este conflicto, porque ni palestinos ni judíos son autónomos y deberían ser sus valedores de alto nivel quienes impusieran en la región ese tipo de acuerdo que, no dejando plenamente satisfecho a nadie, aporte la estabilidad que permita vivir razonablemente en paz a todos. No veo otra vía que la creación de un estado palestino. Aunque lo diga Sánchez.
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