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Siempre he tomado en serio la religión. Durante el jurásico, cuando era creyente, y a partir del cretácico cuando dejé de serlo. Por eso, aunque entiendo el valor y el significado de conceptos como institucional, cortesía, compadreo o combayar, no acabo de ver con naturalidad ... a cargos institucionales civiles en primera fila de ceremonias religiosas con cuyos contenidos no se identifican en absoluto. Una presencia que degrada lo religioso al plano diplomático administrativo, sin ennoblecer en absoluto lo civil. Y, claro, como ese cargo civil parece creer que ese ceremonial al que asiste va de dejarse ver y llevarse bien quienes viven del erario, se sorprende, se incomoda y se solivianta cuando el oficiante, en uso de la libertad que a todos nos asiste, predica su doctrina y no otra, y con más énfasis, si cabe, precisamente a causa de esa misma asistencia impostada, es decir, totalmente ajena a la esencia del acto religioso.
«Deje los hábitos y afíliese a un partido», le recomiendan desde el poder civil ofendidos, como si para largar con el desparpajo con el que D. Jesús lo hace se precisara un carné de militancia. Y, por otra parte, afiliado sí que lo está, y a una congregación que nunca ha renunciado a la presencia pública ni a la influencia social, pese a que su reino no sea de este mundo, lo que siempre me ha llevado a dudar de la confianza de sus dirigentes en el otro.
No entraré a valorar la homilía de D. Jesús. Está en su línea e, incluso, yo diría que no ha aludido tanto al feminismo o al ecologismo como a lo que él cree sus caricaturas, frecuentes últimamente en el discurso público. Si acaso le reprocharía humildemente la farragosa alusión a la completa nómina de autores de la zarzuela mencionada, que parecía prologar el horario de las funciones y el precio de las entradas.
En suma, Adrián, que no pintas nada en misa solemne. No te flageles más, que no hace falta. En los tiempos liminares de nuestro primer presidente, D. Rafael Fernández -fundador de la tradición de la asistencia al ritual religioso, según dices- toda actitud conciliadora, toda voluntad de consenso y aproximación era más que necesaria. Pero hoy, ya sabes, esas actitudes de concordia han de reservarse para socios, nunca para competidores y/o adversarios políticos -'no es no', recuerda-, así que por educación, lo que es por mí, no lo hagas. Si el cuerpo te pide misas vete solo y te pones en la última fila. De pasmarote ofendidito en la primera quién te necesita. Y eso que nos ahorramos todos, tú el primero.
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