Resulta que de entre las amplias y variadas áreas que puede abarcar la profesión que practico la planificación urbana y la cirugía plástica son de las que menos me atraen y, sin embargo, debo confesar que soy propenso a la contemplación de ese prodigio urbanístico ... que suelen ser los 'nacimientos', sí, lo de las figurinas y el musgo, donde caben lo sagrado y lo profano, lo civil y lo militar, lo solemne y lo catalán. (Me niego a escribir lo de caganet). Lo mismo a la escala parroquial de cinco por tres metros que a la doméstica de dos por cero cincuenta, me maravilla el desparpajo con que, en cualquier 'nacimiento' sucesos distantes en tiempo y lugar comparten espacio próximo sin mezcla ni estorbo mutuo: allí caben el 'Portal' y sus variados ocupantes, los agrestes pastores con ángel anunciador en las alturas, el supuestamente lejano castillo de Herodes y su improbable guardia pretoriana y, por supuesto, los reyes itinerantes quemando leguas y jornadas viajeras. Pero más asombroso aún es que de este episodio sorprendente y dudoso, sencillo hasta lo infantil, haya surgido lo más influyente de la cultura de Occidente, porque muchas componentes de lo que somos como colectivo histórico, desde San Francisco hasta Moscú, están provocadas, influidas, permeadas, en alguna medida, por el contenido de eso que sigue representándose por estas fechas en esa forma de imaginería cercana y extravagante.

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De ahí, si lo piensas, ha salido gran parte de lo que Occidente ofrece al mundo en materia de lo que llamamos cultura. El gótico no lo creó un teólogo pero algún abate sí que está detrás del invento. Las inmaculadas o las anunciaciones se deben al oficio profano de sus autores pero son, precisamente, inmaculadas y anunciaciones, los réquiem son de Mozart o de Fauré pero el contenido es de origen inequívoco. Incluso el derecho y la filosofía hacen pie en o, por el contrario, se liberan del mismo equipaje existencial. No deja de sorprenderme la pervivencia temporal de ese bagaje tan aparentemente sencillo. ¿En qué radica la base de esa continuidad cuando lo más cualificado de ese mismo Occidente parece haberse apeado de la genuina creencia en el núcleo del mensaje? Un amigo siquiatra me dijo una vez algo que vale por medio libro de Harari, el de 'Sapiens': el ser humano no se mueve por necesidades sino por deseos. Quizá, en aplicación paralela, podamos admitir que las sociedades humanas no se conmueven ante la Historia, sino, más bien, ante los relatos. Será eso.

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