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Ramón Prendes, asomado a la ventana de su casa de El Bibio. Alex Piña
Ramón Prendes

Ramón Prendes

Cosme Cuenca

Gijón

Jueves, 4 de enero 2024, 21:42

Era mi segundo año en la escuela de arquitectura de Sevilla cuando apareció por allí un pequeño grupo de asturianos, entre los que estaban Ramón Prendes y la irrepetible Mabel Álvarez Lavandera, que no tardaron demasiado en abominar de las aberraciones disciplinares del lugar, ... para dedicarse, a partir de entonces, a más gratificantes y agradecidos cometidos y ambos con notable éxito. Pero fue años después cuando tuve ocasión de compartir con Ramón tiempo y espacio, durante un año de ocio uniformado, en Valladolid. Allí, un capitán atípico, al parecer estudiante de filosofía y letras, le invitó a producir obra para montar una pequeña exposición de pintura en el propio cuartel y allí tuve ocasión de asistir, en primera fila, al nacimiento de un modo y un estilo que, desde entonces, crecieron y se diversificaron sin llegar a perder nunca aquellas condiciones iniciales que tuve el privilegio de ver nacer: un dibujo que siempre sugiere más de lo que representa, un colorismo generoso aplicado con infinidad de matices hasta poner un modo casi puntillista al servicio de una temática inquietante, que va de lo jovial a lo desolado, y que entra en tensión con la alegría de color y dibujo. Todo ese surrealismo, exuberante y a la vez contenido, ya apuntaba en los logros iniciales de Valladolid.

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