Hay ministerios de perfil bajo: sueltas a la ministra de Ciencia e Innovación en una universidad y la toman por una de cuarto; el ministro de Universidades pasaría desapercibido en una residencia de 'mayores'. Pero el de Igualdad no es ministerio de perfil bajo, al ... contrario. Va cargado de ilusión, de combatividad, de ideología. Sus actuaciones estelares en la presente legislatura pasan por ser dos leyes: las conocidas como 'sólo sí es sí' y la 'ley trans'. La primera va entrar en fase de recomponenda reparadora, con el concurso favorable de los grupos de derechas y el enésimo enfrentamiento del Gobierno consigo mismo. Decía el gran Pablo Echenique, ese hombre íntegro, que sería una tragedia que algo auspiciado por este Gobierno se aprobara con los votos de PP y Vox. Nadie podrá acusarle de incurrir en eso tan feo y tan desmovilizador de dialogar, transigir, pactar, consensuar, no con el de al lado sino con el de enfrente, que ya sabemos que esas actitudes conciliadoras no conducen más que a páramos de convivencia pacífica y aburrimiento. Mira la Transición, casi medio siglo perdido.
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La 'ley trans' pretende evitar discriminaciones a las personas LGTBI -por cierto, ¿no faltará alguna inicial?, ¿no habrá quedado desamparado algún grupo tal vez aún insuficientemente visibilizado?-, lo cual es encomiable y digno de apoyo. Merece una lectura detallada. Hasta entonces, solo unos apuntes: a modo de glosario, la ley describe el campo de actuación y los distintos sujetos y condiciones no sé si sexuales o de género o de ambos, de modo que puedes ser hétero, homo o bi, por ejemplo y puedes serlo a tiempo parcial, no estás obligado a ninguna permanencia. Cuando apenas acabo de asimilar que además de sexo y orientación sexual tengo género, como las palabras, la ley me aclara que ese sexo se me ha 'asignado' al nacer. No sé si la comadrona o mis padres o alguien con influencia, me 'asignó' el sexo masculino y aquí estamos para amistad y lo que surja, cuando, hasta ahora, lo que es la ignorancia, uno venía creyendo erróneamente, torpe influencia de biólogos, fisiólogos y demás médicos, que el sexo no se asigna, el sexo se constata. (Véase, y no lo digo retóricamente, 'Nadie nace en un cuerpo equivocado', de los sicólogos de la Facultad de Oviedo Errasti y Pérez Álvarez).
Montero, Podemos, PSOE y otros grupos políticos, hasta un total de ciento ochenta y ocho votos favorables en el Congreso han logrado -voluntad y entusiasmo- doblegar a la biología, esa ciencia fascista. ¿Para cuándo la aritmética?
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