Como no tengo un CIS a mi disposición mi demoscopia carece de medios pero, en contrapartida, la mía aún conserva una presunción de honestidad y buena fe. Pues bien, a partir del anuncio presidencial del período de reflexión en torno a su posible retiro, todas ... las personas sin mayores acreditaciones en materia político-social con las que me crucé me aseguraban, con más espontaneidad intuitiva que entramado argumental, que todo era una farsa sanchiana, una estrategia movilizadora ante los próximos procesos electorales basada en la pamplina victimista de las presuntas injusticias judiciales que padecía su mujer. Por el contrario, gentes de ojo no diré más educado, sino más profesionalizado en materia de observación política, se abrían a las dudas: ¿una simple simulación manipuladora? Hombre, a ver, no sabemos, pero la cosa no puede ser tan simple, tan barata, tan zafia. Además, tal estado de vacilación en la Presidencia del Gobierno –aún no se percibía como 'vacile', que es otra cosa– conducirá, como poco, al planteamiento de una cuestión de confianza parlamentaria, una cosa solemne, o si no, incluso, a unas nuevas elecciones generales.

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Ahora que sabemos el desenlace –un 'fuese y no hubo nada' que, en este caso, es un quedose–, caben algunas preguntas que se han debido hacer hasta los muy cafeteros, los de carné y autobús a Madrid. Si la permanencia de Pedro en el cargo pasaba por el presunto clamor popular, en plan 'Pedro quédate', tal clamor no se extendió precisamente a los casi ocho millones de votantes del PSOE, sino a los doce mil quinientos concentrados ante la sede de Ferraz. Si el partido vivía momentos de incertidumbre angustiosa ante lo que muchos presentían como orfandad inminente, qué padre desnaturalizado mantiene a sus hijos en la zozobra hasta la mitad del comunicado del lunes veintinueve, cuando la decisión tranquilizadora la tiene tomada desde el sábado anterior.

Total, que todo parece indicar que sí era la cosa así de simple, así de barata y así de zafia. Me temo que lo peor de la pirueta presidencial es el daño hecho a su propio partido, que aparece, a ojos desinteresados, como un colectivo infantilizado al que no respeta ya ni su propio líder cuando le somete a tales pruebas. Para tanto votante e, incluso, para tanto exvotante de este partido, no dejará de ser dolorosamente bochornoso. Al PSOE le han dado una pedrada entre los ojos, una pedrada que puede dañarle aún más que la frecuente presencia pública de Zapatero.

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