Los políticos españoles deberían, creo yo, aprender maneras de los futbolistas españoles. No hablo de maneras técnicas o instrumentales, sino de maneras a secas, es decir, de educación y cortesía. Porque nunca habrás oído a un futbolista español, o a un responsable técnico, entrenador o ... dirigente referirse, en vísperas de cualquier partido, al equipo contrario como esa pandilla de tuercebotas con una errónea idea del fútbol y sin empatía con su afición, añadiendo que de todos los equipos de la categoría solo el nuestro merece la suerte y la victoria. Por el contrario, si los políticos españoles adoptaran la sensibilidad de nuestros futbolistas se expresarían, ante cualquier dura prueba electoral, declarando, gesto serio y tono grave, que será una contienda muy difícil porque el partido contrario está muy bien organizado desde sus bases, conoce muy bien el tejido social y sus problemas, si bien confiamos en las posibilidades propias de victoria porque vamos a salir a darlo todo y dejarnos la piel. Nada que ver con lo que vemos y oímos en el escenario político.
Publicidad
En el actual ambiente político español la descalificación no se reserva sólo para el contrario, puede alcanzar, incluso, a los potenciales aliados, si bien agudizándose la repulsión entre los dos partidos de posible gobierno y profundizando en el estado de polarización irreversible en que nos encontramos o, mejor dicho, en que ellos se encuentran, porque en la sociedad española creo presentir que somos mayoría quienes preferiríamos los improbables pactos hacia el centro que los, al parecer, inevitables pactos hacia los extremos.
¿Tanto difiere, pues, la ideología de los dos partidos mayoritarios?. No es esta, me parece, la cuestión que los lanza al improperio y la descalificación mutua. Al fin y al cabo, aparte el plano moral que marca estilo y en el que los socialistas abren camino y los populares protestan, pero no derogan cuando pueden hacerlo, en el social y el económico PP y PSOE están mucho más próximos entre sí que cada uno de ellos con sus aliados extremistas. ¿Entonces?, ¿de dónde nace la radical incompatibilidad que nos transmiten?
Me temo que la cuestión va de que la mayoría de los políticos españoles son profesionales de la política y, como tales, en busca de un nicho laboral en el que no caben todos. Cuando confrontan no se juegan el prestigio moral del tertuliano sino la pancheta del laborante. Y con la pancheta no se juega. Me temo que en lo de la polarización y el frentismo hay más de pancheta que de ideología.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.