Así nunca más (II)

Descarto, en la actitud de la FAV y el Ayuntamiento, el sadismo o las deliberadas ganas de dañar al prójimo, aunque los efectos reales y prácticos hayan sido acordes a tales pulsiones

Cosme Cuenca

Gijón

Viernes, 14 de junio 2024, 02:00

Denunciaba la semana pasada, en este mismo espacio, los aberrantes excesos cometidos contra el derecho a la autonomía acústica doméstica, el descanso y la salud de los vecinos de 'el solarón' con motivo de la fiesta vecinal de tres días con megafonía invasiva hasta las ... tres de la mañana.

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Pero igual sólo soy un viejo pejiguera sin sentido de la fiesta y sin sentido de lo comunitario; vamos, un insolidario en vías de extinción. Puede ser, no digo que no, así que démosle una vuelta al asunto. Trato de ponerme en la piel de los responsables del evento. Desde qué planteamiento ético y estético se asume y aprueba la reiterada –tres días– invasión decibélica del prójimo, del vecino, del 'otro'. Y ello a cualquier hora –somos la sociedad del ruido–, pero, sobre todo, a hora nocturna. No hablo de los actores –cantantes, músicos, feriantes y concomitantes hacen lo que se les permite hacer desde la organización–, hablo de los responsables, es decir, organizadores y autoridades consentidoras. Descarto, en la actitud de la FAV y del Ayuntamiento, el sadismo o las deliberadas ganas de dañar al prójimo, aunque los efectos reales y prácticos hayan sido acordes a tales pulsiones. Depurando opciones y resumiendo, alcanzo a intuir dos posibles actitudes de organización y ayuntamiento: negligencia o comunitarismo. La primera: no sé, no sabía, yo no decidí el volumen del ruido, yo creí, nadie nos dijo… La segunda: joder, un día es un día, es para todo Gijón, los posibles afectados son cuatro pijos del centro, que aguanten por una vez… Me extrañaría mucho que no hubiera de las dos, no sé en que dosis de cada una.

¿Y tendrán razón los comunitaristas?. ¿El bien común es cuestión de número de beneficiarios? ¿También cuando para lograrlo hay que arrasar con los derechos de las minorías y con la legalidad vigente? (Lo de las mayorías y las minorías es, en este caso, pura concesión dialéctica al comunitarismo. En este caso, siempre fueron muchos más los agredidos en sus casas que los presentes en la fiesta). Para dilucidar esta delicada cuestión hagamos un experimento teórico y tú decides. Imaginemos un referéndum entre todos los gijoneses. Se trata de aprobar o no una fiesta maravillosa, popular y gratuita. Atracciones, jolgorio y decibelios desatados hasta las tres de la mañana. Sana alegría. En la plaza pública, como la de 'el solarón'. Pero sin prefijar en qué plaza pública. Cualquiera de los espacios públicos de Gijón podría ser el agraciado. También justo debajo de tu casa. ¿Lo aprobarías?

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