Borrar

Así, nunca más

Se estimó, al parecer, que los miles de vecinos de 'el solarón' eran menos vecinos que los demás y debían sacrificar sus derechos, su reposo y su salud

Cosme Cuenca

Gijón

Viernes, 7 de junio 2024, 02:00

Sencillamente, hay cosas que no se pueden hacer. Yo no puedo irrumpir en casa ajena sin la conformidad de sus usuarios, hay leyes que lo impiden, aunque vaya cargado de buenas intenciones o, incluso, de la mejor quincalla ideológica. Por lo mismo, no puedo entrar ... en casa ajena cargado de decibelios contraviniendo normas y reglamentos vigentes por muy vecinal o muy de barrio que sea la mercancía sociocultural que pregono y ofrezco, como ocurrió en el aquelarre del 'solarón' de Gijon el pasado fin de semana. Las excepciones a la normativa vigente en esta materia, que afecta a la protección de la salud (sí, sí, de la salud) y al equilibrio síquico del ciudadano en relación con el ruido, han de estar muy dosificadas y limitadas en la duración o la intensidad. Estas presuntas excepciones no se justifican ni por la altura de la finalidad proclamada ni por la noble identidad de los solicitantes. Pues bien, sin entrar en lo que puede suponer el exceso de ruido a hora diurna, lo de la megafonía invasiva a hora nocturna no tiene discusión para cualquiera no embrutecido por lo más bajo de la politiquería usual, es una ilegalizable agresión a la libertad y a la salud (sí, sí, a la salud) de quien la sufre. Y resulta, además, que si vamos a eso tan socorrido de las mayorías –que para vulnerar derechos sólo se aplican en regímenes dictatoriales–, en este caso operaron al revés: fue la presunta diversión de cientos la que arruinó el derecho cierto a la no invasión decibélica de miles.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio Así, nunca más