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El inquietante informe Pisa tiene letra pequeña. Es decir, que además de las conocidas evaluaciones en matemáticas, ciencias y comprensión lectora, que tanto nos estimulan, contiene una serie de variadas informaciones acerca de aspectos interesantes de los que, por cierto, España no sale tan mal ... librada. Pero una de esas informaciones nos dice que entre los españoles de quince años las matemáticas generan una especial ansiedad, en cantidad superior que en el resto de Europa, salvo Italia. Qué casualidad, los países de clérigos y letrados, es decir, las comunidades donde abunda la labia abigarrada y más propensas al relato acomodado a intereses y prejuicios que a indagación objetiva, sufren con las 'mates', animalitos.
Que yo recuerde, en España las matemáticas siempre se han enseñado mal y, peor que eso, se han utilizado en su acepción más virulenta para establecer límites y seleccionar, por no decir depurar. Baste recordar, por ejemplo, que, en la Escuela de Arquitectura de Sevilla, allá por los setenta del siglo pasado, quienes decidían quiénes serían, en el futuro, arquitectos y quienes no, no eran los colegas que controlaban la escuela de segundo curso en adelante, sino unos oscuros licenciados en Exactas o en Físicas, que de arquitectura no sabían una palabra y que ni siquiera eran conscientes de lo trascendente, y sucio, de su función, en un primer curso que se pretendía feroz y disuasorio. Sencillamente aberrante.
Y situándonos en el escalón anterior, el de la enseñanza media, dentro de aquella mala educación clerical, el capítulo más deprimente y pedestre correspondió, memoria histórica mediante, al elenco docente de matemáticas, inolvidable panda de incapaces que ni entendían la materia que malversaban ni entendían al alumnado, con la brillante excepción de D. Carlos Valdés, cita obligada de elemental justicia. Quiero creer que hoy serán las cosas muy distintas, pero se ve que las 'mates' aún padecen el estigma de la 'dificultad', que parece imponerse a la satisfacción que debería derivarse de lo que es objetivo, limpio y exacto.
Y, ya en la letra pequeña de Pisa, España no va mal en cuanto a 'equidad' de los resultados obtenidos, trato escolar a los inmigrantes, que aquí bajan de la media menos que en el conjunto de Europa, o en esa forma de tortura llamada acoso escolar, asignatura pendiente de completa erradicación, en la que, al parecer, nos supera, para mal, la mayoría del pelotón. Y ¿sabes quién lidera lo del abuso? Pues la exclusiva, y abusiva, Inglaterra. Qué raro ¿no?
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