Ahora que estamos de Semana Negra constato, como lector, la abundancia invasiva de un género, este de la narrativa criminal en todas sus variantes, que tradicionalmente era uno más, casi sub, con cumbres muy brillantes pero muy localizadas –desde un precursor Poe, hasta el inagotable ... Simenon pasando por Conan Doyle, Agatha Christie o Patricia Highsmith– y en los últimos tiempos tal parece que fuera el único género capaz de interesar a lectores en plural.

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Vivimos tiempos mucho más emocionales que reflexivos y emociones será lo que buscan los lectores que han hecho medrar este apartado novelero. Bueno, pues una vuelta de tuerca al panorama puede ser, precisamente, la que basa la emoción no en la imaginación del autor sino en su capacidad de transmitir realidades extremas. Es decir, negro, pero real, lo que viene a ser pasar del cuento a la crónica de sucesos. Ahí van unos cuantos ejemplos, apuestas seguras. La más conocida y más intensa, por breve, 'El Adversario' de Enmanuel Carrere, cuenta el irrepetible caso del ciudadano francés que habiendo montado toda su vida sobre una monumental y muy elaborada mentira laboral empieza a verse ante el desagradable trance de su probable próximo descubrimiento y la decisión con la que trata de eludir lo que se le viene encima. Hay al menos dos películas sobre el caso, la española con José Coronado, mejor que la francesa, a mi entender.

Ben Macintyre, especialista en espías, es el autor de 'Un espía entre amigos', la gran traición de Kim Philby según la inevitablemente parcial percepción del bando inglés que parece ignorar que un topo es siempre un agente doble antes que un 'traidor'. Quién fue, en realidad, ese señor tan bien situado en lo más nuclear del entramado de la seguridad británica en plena guerra fría, cómo hizo lo que hizo y por qué. Todo muy Le Carré, pero de verdad y sin artificios, un servicio de máxima seguridad patéticamente chapucero y deliciosamente british.

Del mismo autor, un caso mucho menos popular pero más sorprendente si cabe, 'Agente Sonia', aburrida pueblerina inglesa de origen judío alemán que oculta a una activista que llegó a ostentar el grado de coronel del ejército soviético y que basó su exitosa carrera de espía en la más eficaz de las coberturas: la de vulgar ama de casa, madre de tres hijos.

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En todo caso si tuviera que ser novela, novela, siempre nos queda, entre la inevitable cascada de 'imprescindibles', la impagable 'Catedrales' de Claudia Piñeiro, argentina.

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