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Los míos

Esta actitud de cambio brusco puede derivar tanto de la reflexión como del cabreo, y me atrevo a suponerla más frecuente en la izquierda que en la derecha

Cosme Cuenca

Gijón

Viernes, 21 de julio 2023, 02:20

Por supuesto que no votamos racionalmente. Casi todas las pertenencias que nos retratan y nos definen tienen una componente emocional determinante, la adscripción política y el consiguiente voto no son una excepción. En este caso, yo soy de izquierdas, yo soy de derechas y, por ... mal que lo hagan los míos, podré llegar a abstenerme, pero jamás votaré a esa otra chusma. Esta actitud, que no me atrevo a extender a la mayoría de la población votante española, es más sectaria que doctrinaria porque no alude tanto a ideas o filosofías como a identidades sociales, imaginadas, en casos extremos, con los atributos caricaturizados del tópico correspondiente: el puro encendido con el dólar o la dinamita con la mecha a punto. Y, sobre todo, es actitud intelectualmente perezosa, porque para qué tomarse el inmenso trabajo de razonar para justificar ante uno mismo y su trayectoria electoral de toda la vida un cambio de voto tan excepcional, yo que nunca he votado a esos impresentables.

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