Lo del vial de Jove tiene un aspecto técnico y un aspecto humano. Para evaluar el primero me falta tanto información como conocimientos. Para tratar sobre el segundo sobra con el más elemental sentido común: la actitud con la que el Ministerio de Transportes (y ... Movilidad Sostenible) trata a Gijón es la misma con la que el Gran Padre Blanco trataba a los siervos de Manitú, la que hacía exclamar a estos aquello de que el hombre blanco habla con lengua partida.

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El Gran Padre Blanco de la Moncloa sabe que no es lo mismo tratar con comanches indómitos y ásperos que con tribus más domesticadas y amables. El jefe Barbón es, con gran diferencia, el más obediente de entre todos los que gobiernan los distintos territorios del país. Ni se opone, como los que gobiernan autonomías desde el PP, ni extorsiona, como vascos y catalanes, y ni siquiera protesta, como el avergonzado García Page. La obediencia pastueña del jefe Barbón es hoy única en España entre los de su especie. Conscientes de ello, en el ministerio citado han mandado un dibujo a color cuando toda la indiada local esperaba la adjudicación de la obra y su comienzo. El dibujo está muy bien: muestra una generosa autovía con todos sus aditamentos que solucionaría el problema de la comunicación rodada con El Musel, aunque con varios inconvenientes: es un obstáculo brutal para la continuidad del tejido urbano y genera ruido y contaminación. Lo primero se puede paliar, no resolver, mediante pasarelas accesibles de kilométrico desarrollo, para el ruido existen barreras acústicas que lo atenúan, no lo eliminan. La contaminación, y las muertes que llevaría aparejadas, no tendría solución ni paliativo. Un barrio sacrificado al dios Musel, como las doncellas a King Kong.

Yo no tengo cualificación en la materia, pero visto lo visto en ministerio tal, voy a atreverme: es de suponer que el trazado que el dibujo recoge no tiene grandes afectaciones de propiedad a viviendas existentes y ninguna afectación de tipo constructivo. Pues hala, bajad vuestro dibujo cinco o diez metros, sin alterar la ubicación del vial, cubridlo con losas convencionales para luces de diez metros –tipo falso túnel, como el de la A-8 en Castiello– y rematad con superficie de parque. Un parque une, más que separa, lo que ocurre en sus bordes. Pero, sobre todo, aseguraos de filtrar, hasta la extenuación, la atmósfera interior del túnel antes de dispersarla entre los indios asentados en el propio valle afectado y en los valles circundantes.

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