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Tras la brillante investidura del genio de la nueva política hubo mucho analista que apuntaba, como alarmado, «pero no podrá gobernar». A quién le importa gobernar más o gobernar menos mientras estemos donde queremos estar. Tenemos cuatro años, cuatro, para hacer olvidar a la sociedad ... española, que necesitará mucho menos, lo actuado en los últimos meses. Sí, vale, si ahora hubiera elecciones el actual PSOE pondría a prueba no su suelo, sino su subsuelo electoral. Pero no las habrá porque hemos descubierto la fórmula de la nueva política: polarización y enfrentamiento con los más próximos, es decir, contra la derecha moderada, no tanto por diferencias ideológicas cuanto por competidores por el poder, que es la meta, el fin, el alfa y omega de la nueva política y alianza apaciguadora, consentidora, complaciente con el eterno descontento que representa el nacionalismo, cuya lista de agravios y reivindicaciones proporciona un inagotable mercado para la provechosa mercantilización política. Situación actual que, bien gestionada, habrá de materializar la ecuación de la felicidad: izquierda más separatismos igual a mayoría absoluta permanente. Mientras al separatismo le queden ambiciones y objetivos por alcanzar, el secreto está en saber dosificar y ahora ya no existen ni las prisas ni los apremios previos a la investidura. Dosificar las próximas concesiones y las próximas dilaciones, los síes y los noes, porque ahora los separatas se sienten muy crecidos, pero pronto entenderán que, estando las cosas como están, unas elecciones, incluso a media legislatura, darían paso a una derecha que vendría con el cuchillo entre los dientes y eso no conviene a nadie de la mayoría de progreso. Así que calma, nada de tirar en exceso de la cuerda y a conformarse con lo que vaya cayendo, que, como poco, será una estrapallada de dinero.
Y no habrá referéndum. Podrá haber consulta, prospección demoscópica, sondeo de opinión a escala 1:1, es decir a toda la población catalana. Y no vinculante, salvo que los amnistiados la tomen por tal, despenalizado como está todo nuevo 'Prusés' no violento.
Sesión de investidura: entre risotadas impostadas de mal actor, Sánchez confiesa que no concibe que nadie, pudiendo serlo, renuncie a ser presidente. Es normal, desconoce el concepto de escrúpulos morales.
«Incendia Roma, mata a Séneca, mátame a mí, pero, por todos los dioses, no cantes». Miente, manipula, trafica, vuelve a mentir, pero, por favor, no simules carcajadas en público, aún me duran las arcadas.
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