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Es de suponer que la insólita idea de fijar unas elecciones en lo más crudo del cambio climático del presente año no se habrá tomado ... a la ligera. Se habrán evaluado pros y contras, si a beneficio de la sociedad española o del programador de la fecha lo dejo a tu consideración. (Reitero que el tuteo al lector no es compadreo impertinente por mi parte, sino coherencia en base a su número y proximidad).
Sin embargo y pese a la perspicacia que le supongo a la fontanería sanchista, mucho me temo que hay un factor social, de amplitud e intensidad creciente, que han pasado por alto. Porque todos podemos detectar y discutir razones, en el ámbito político, que pueden favorecer o perjudicar a Sánchez debido al adelanto electoral. Pero, política aparte, hay, como decía, un factor social que puede llegar a ser muy dañino para el brujo que nos gobierna -iba a escribir 'aprendiz de', pero habría sido extremadamente injusto- y que puede no haber valorado en su real dimensión: el cabreo colectivo derivado precisamente de lo intempestivo la fecha. A la desafección -valga el educado eufemismo- que el resultado electoral reciente expresa hacia la figura del actual presidente del Gobierno, va a sumarse el efecto del incordio que la fecha va a provocar a mucha gente, desde la hostelería y los desplazados hasta los galeotes de mesa electoral. Este efecto será, naturalmente, de cabreo, al margen de la tendencia política de cada cual. ¿Cuántos de los doce o más millones de perjudicados por la fecha aceptarán la buena fe de Sánchez al fijarla, es decir, la supuesta priorización del interés colectivo sobre el propio?
Y entre las razones atribuidas a Sánchez en este asunto de la fecha impertinente no veo expuesta en las plataformas especializadas una que a mí me parece plausible: Sánchez quiere pillar frescos los presuntos pactos del PP con Vox. Quien, como él, es experto en pactos tóxicos de alto riesgo puede así proclamar los mil peligros que para la felicidad colectiva supone el fantasma de un Vox con una mínima cuota de poder, mientras que en diciembre esta estrategia ya habría perdido fuerza, porque ya sería patente que los pactos con Vox -de investidura o de gobierno- no habrían alterado mayormente el equilibrio de las esferas. ¿O es que en Castilla y León se está desmontando la ley de la gravedad?
El mayor problema del actual PSOE es que este estilo Sánchez está llevando la controversia en torno a su figura desde el plano político al de la más elemental cuestión de higiene pública.
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