Suelo eludir los temas en los que se me supone alguna autoridad porque me obligarían a un grado de seriedad incompatible con mi habitual zascandileo. Pero todo tiene un límite y ante la flagrante vulneración de los derechos humanos perpetrada en la persona D. José ... Ángel Valdés, 'Cote', de cuya profesionalidad no cabe exigir la exhibición a que fue sometido con ocasión de la presentación de la nueva indumentaria del club al que pertenece, no tengo más remedio que intervenir. Así que, sin que sirva de precedente, hablaremos de estética porque, a partir de cierto grado, toda infracción estética es una vulneración ética y viceversa.

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Dos cuestiones preliminares: no es cierto que sobre gustos no haya nada escrito, lo que no hay es nada leído. Por tanto, no es cierto que todos los gustos sean igualmente válidos, el rematado mal gusto existe y para universalizarlo hasta grados pandémicos basta, segunda cuestión previa, un solo factor, presente en todas las disciplinas de proyecto: la moda. (Así, por ejemplo, en una pareja playera de adolescentes, él se bañará vestido, es decir con un bañador hasta la rodilla que le dificultará movimientos y secado y ella lo hará con el culo al aire). La moda provoca y avala cualquier aberración como la que paso a describir.

Se trata, como quedó ya apuntado, de la indumentaria del Sporting y no va del color del pantalón que, por cierto, siempre me pareció más elegante blanco por mera economía de recursos plásticos. Pero al margen de colores y texturas hay hechuras y posturas que son objetivamente incompatibles no ya con la estética sino con la misma dignidad humana.

Veamos: una camiseta deportiva que empieza donde todas pero termina a la altura de genitales o va por dentro del pantalón o le está sobrando una cuarta. Si bajo la anterior se dispone un pantalón, holgado como de penal americano, hasta tapar la rodilla, ya dará lo mismo el color del engendro, el diseño que exhiba y hasta la prestancia natural del portador sometido al castigo de la desproporción adefesiante, según se muestra en páginas 42 y 43 de este diario de fecha 8-07-23, con más rigor informativo que crueldad -ver hemeroteca-. Por supuesto, el protagonista del desgraciado evento debe ser exonerado de toda responsabilidad.

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No es colaborador necesario en el triste resultado del proceso sino víctima inocente del mismo. Y si lo dudan imaginen a quien quieran así vestido y verán que tales hechuras no las defiende ni David Beckham. Qué digo David Beckham. No la salva ni Pedro Sánchez.

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