Según la encuesta que este periódico publicaba el domingo pasado, Asturias no quiere cambios. Y una de dos: o Asturias considera que las cosas le van razonablemente bien, es decir, que la dinámica económica en general o el empleo y los salarios en los distintos ... sectores responden adecuadamente a las expectativas, así como los servicios que la Administración presta se estiman satisfactorios, o bien, pese a no ser así de favorable todo lo dicho, Asturias prefiere lo malo conocido. Porque dentro de lo malo los nuestros ocúpense más de los de abajo, suben el salario mínimo, suben les pensiones, dan ayudes al probe y, además, ¿qué ye, que tenemos que acabar votando a la derecha? ¿Cuándo se vio? ¿Tener que esperar a que mejore la economía, a que suba el PIB, pa que dentro de no se sabe cuánto crezca el empleo y a los de abajo nos lleguen les migajes del supuesto crecimiento? Y a saber con qué sueldos y con qué desregulaciones y desprotecciones neoliberales. No home no, tamos bien como tamos, que en sueldos y en pensiones vamos en los puestos de arriba y sola en mitá de la tierra no tien que pagalo ella, somos cuarenta y siete millones en el país.

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Asturias practica la lógica social que, sorprendentemente, no es regla general y norma común en todas partes, a saber: si los indios son muchos más que los jefes la izquierda debería ganar siempre las elecciones. Pues así es por aquí y si, encima, las dos veces que, en cuatro décadas y media, se produjo la excepción la cosa acabó como acabó, pues no se hable más y dónde hay que firmar.

El fantasma de Pedro Sánchez no asusta en Asturias y molesta solo lo justo, porque todo eso que se le reprocha -las malas compañías, y perdón por el descarado eufemismo, las trolas y los incumplimientos, las leyes chapuceras sí o sí y transabsurdas, los oportunismos desvergonzados de final de campaña-, todo eso afecta poco a la pancheta y, por tanto, todas esas cuestiones son un lujo que no nos vamos a permitir.

Así que no se esperan cambios. La Administración seguirá creciendo -que es el tipo de crecimiento que gusta en Asturias-, mientras la población decrece. Si acaso, como quien juega con fuego se acaba chamuscando, cambio puede ser quizá que el Sporting, que parece ir acostumbrándose a coquetear con el descenso, lo acabe logrando en uno de los próximos intentos y, en otro orden de cosas, termine de cuajar esa vieja aspiración y la oficialidá sea, por fin, una realidá para satisfacción de la intelectualidá comprometida.

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