Con los animales me pasa lo contrario que a la mayoría de la gente. No me interesa su trato sino su funcionamiento, es decir, qué piensan y qué sienten. Por mera curiosidad. De la inteligencia animal trata muy expresiva y sabiamente, en varias de sus ... publicaciones, Frans de Waal, sicólogo holandés especializado en etología y primatología, y de lo segundo la norteamericana Temple Grandin, especialista en comportamiento de animales domésticos, a los que comprende muy bien, ella dice que debido a su autismo, y con los que se identifica mucho, lo que no le impide comérselos sin mayor reparo porque antes que animalista es tejana, o sea, de Texas. Explicándonos sus experiencias en instalaciones industriales de explotación animal, mataderos y granjas de gran escala para las que ha trabajado mucho, esta señora distingue, en el sufrimiento animal, entre dolor y estrés. Según ella, a diferencia de lo que ocurre con la especie humana, el animal soporta mejor el dolor que el estrés. A ti y a mí el dolor nos incapacita, basta que algo nos duela, cinco sobre diez, para que desechemos todo tipo de fiestas. Al parecer, al animal lo que más le incapacita es el estrés y no tanto el dolor, aunque poco puedo saber de lo que eso supone o significa porque sé muy poco del dolor ajeno, menos aún del dolor transespecie.
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Precisamente por ello tendemos a cometer el error de humanizar el dolor o el sufrimiento animal porque no tenemos otro mecanismo de valoración que el sufrimiento o el dolor humanos, es decir, propios. Lo que no podemos negar es que tales experiencias sensoriales -dolor y sufrimiento- existen en el animal, aunque desconozcamos su intensidad y su naturaleza. Y creo importante señalar que del presunto sufrimiento animal debemos eliminar también todo lo que se deriva de la expectativa de futuro. Para el ser humano la expectativa de dolor puede causar más sufrimiento que el dolor mismo y todo el cuadro de aflicción no puede dejar de remitir a la idea y a la expectativa de muerte, que en el animal no existe ni aunque reconozca la muerte cuando la ve en un congénere.
Pese a tanta incertidumbre algunas cosas deben estar claras: una es que los mecanismos del dolor físico deben ser básicamente comunes a todos los mamíferos. Otra que, desde siempre, hemos usado y abusado, con arrogante naturalidad, de los otros animales: en la jaula, en el matadero y en el ruedo. Y es que, claro, los animales carecen de alma. Es decir, lo mismo que tú y que yo.
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