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Parece ser, según publica el gremio de profesionales del sector, que la oferta de viviendas en alquiler se reduce. A nadie que observe la realidad en lugar de su ombligo o su doctrina le extrañará. Era lo previsible y lo predicho desde que se supo ... que el Gobierno de progreso iba a legislar sobre el asunto. De entrada, desde que existe el crédito hipotecario como práctica generalizada, en España el alquiler es opción menos atractiva que la compra para ambas partes contratantes: el inquilino siente estar tirando el dinero, el propietario teme ser víctima de inquilino vulnerable, ese que ni paga ni deja el piso, más o menos al amparo de la ley. De hecho, creo que al margen de coyunturas políticas ocasionales, las condiciones sociales hacen difícil que el alquiler prospere en España como opción mayoritaria. Faltan, a mi juicio, dos condiciones sociales que lo propiciarían: aceptación de la movilidad como ingrediente laboral ordinario y ausencia de picaresca, ya que por minoritaria que ésta sea no deja de desincentivar la puesta en alquiler de viviendas, porque los casos se publicitan y todos conocemos alguno.
El resultado es una oferta escasa de viviendas en alquiler y, sobre ella, la explosión del destino turístico para todo el parque edificado susceptible de tal uso. Lo que nos lleva a la actual situación de la vivienda en el país: de figurar como un derecho constitucional reconocido a ser, realmente, un deseo insatisfecho para capas cada vez más amplias de la población, por detrás, en viabilidad efectiva, del incierto derecho al trabajo y del degradado derecho a la sanidad. En determinadas áreas urbanas apetecidas y saturadas la realidad habitacional es, más que decimonónica, dickensiana, esas habitaciones compartidas y esos semisótanos y, unas y otros, a esos precios. En estos casos las medidas restrictivas de la libertad comercial podrán atajar abusos extremos, lo cual está bien, pero lo único que conduce a soluciones efectivas es estimular un aumento de la oferta que tienda a equilibrar la acuciante demanda. El turismo, primera industria nacional, podrá, y deberá, ser regulado, pero censurarlo y restringirlo es morderte la mano con la que trabajas. El problema de la vivienda nunca tiene solución inmediata ni monotemática y menos en la modalidad de alquiler. Siempre requiere tiempo y atención a factores varios. Y mejor si estos factores son los que conforman la realidad social y económica más que los que ilustran la ideología sagrada.
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