Últimamente y cada vez con más frecuencia, leemos en los medios de comunicación noticias, que al menos a mí, me llenan de tristeza. Normalmente los ... titulares suelen ser, «los vecinos denuncian fuerte olor» o «aparece momificado», detrás de la noticia suele estar siempre una persona mayor que falleció sola y que descubren los vecinos por el mal olor o cuando pasan los meses y aparece el cadáver momificado de una persona a la que nadie echaba de menos, como ocurrió hace unos años con una vecina de Luanco. Como sociedad algo estamos haciendo mal para que ocurran estas desgracias y miremos para otro lado.
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Analizando que soluciones desarrollan en otras partes del mundo para de alguna manera 'acompañar' a los mayores que viven solos, lleva uno grandes sorpresas por las novedades de las aplicaciones puestas en marcha. Hace unos años era algo impensable, que el reloj que llevamos en la muñeca nos midiera las pulsaciones, el oxígeno en sangre, los pasos que caminamos y que a la hora señalada suene una alarma para recordarnos que toca tomar la pastilla del Sintrón.
No lejos de aquí, en Zamora, que como Asturias lideran la tasa de envejecimiento y soledad, además con el agravante de que muchas de esas personas viven aisladas en el medio rural, se puso en marcha el proyecto 'Acompañante Silver', que consiste en aprovechar el potencial de las nuevas tecnologías, para a través de sensores o microchips, colocados en la puerta del baño, la nevera o el bastón, poder hacer un seguimiento de los movimientos de los ancianos que viven solos y que controlan alguno de sus vecinos debidamente formados y remunerados, con lo que la iniciativa se convierte en un importante nicho de empleo. Zamora lleva ya unos años en plan 'tormenta de ideas' a modo de laboratorio sobre el cuidado de los mayores y desde hace seis organiza el congreso internacional 'silver economy' (economía plateada) que es de donde surgieron algunas de las ideas que hoy son realidad en el cuidado de mayores.
Un poco más lejos de aquí, China, también está preocupada por el mismo tema, así que en la celebración del año nuevo lunar, una de las estrellas del espectáculo fue la presentación de los robots humanoides pensados para cuidar personas mayores. El Gobierno chino se ve obligado a utilizar los nuevos avances tecnológicos aplicados a la gerontología para atajar su fuerte crisis demográfica. Los analistas pronostican que se alcanzaran los 400 millones de chinos con más de 65 años en 2035 y solo cuentan con ocho millones de camas geriátricas, así que la solución al problema pasa por dedicar fuertes inversiones a fabricar robots.
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En Japón también están desarrollando iniciativas parecidas. Pero este país hace unas semanas fue protagonista de una noticia que dio la vuelta al mundo, los ancianos japoneses, más bien ancianas, cometen pequeños delitos para que los metan en la cárcel, donde aseguran la compañía de amigos, alimentos, medico y medicinas. Algo que en la penuria económica de sus solitarios hogares no tienen.
Aquí, más cerca, en Avilés, los alumnos que cursan estudios en el Centro de Formación Profesional (CIFP) en los ciclos de Mecatrónica y Mantenimiento Electromecánico desarrollan un proyecto que cuenta con 120.000 euros de subvención del Gobierno de España para dar vida (artificial) a un robot que bautizaron con el nombre de 'Higía' y que se dedicará a mejorar la calidad de vida de las personas mayores, recordándonos cuando tenemos que tomar las pastillas, tomándonos la tensión. La Universidad de Oviedo también está desarrollando un programa piloto ligado a la inteligencia artificial para que los mayores que viven solos cuenten con una especie de 'Alexa' que los vigilará y también les recordará que tomen las pastillas.
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Estas noticias dejan un sabor agridulce, ya sé que mejor es vivir con una máquina que nos ayude, que morir solo y que no se entere nadie. A esta sociedad en la que nos toca vivir cada día le falta más humanidad, más sensibilidad y empatía de unos con otros. Algo hicimos mal para llegar a esta situación. Fuimos indiferentes al deterioro social del modelo que algunos conocimos, donde los ancianos no necesitaban llevar un sofisticado reloj en la muñeca, ni mucho menos tener un robot en casa con una cámara en la cabeza vigilándonos todo el día.
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