Algunos hoteleros y hosteleros asturianos lamentan que el verano que termina no ha respondido a las expectativas que tenían puestas ante el aluvión de visitantes que se venía anticipando y que, de hecho, se produjo. Es evidente que Asturias está de moda para los que ... desean escapar de la angustia de las grandes ciudades en busca de un paisaje distinto y un clima menos agobiante. Pero esa presencia de centenares de miles de forasteros que veíamos por las calles, similar a la que ya se registró en años precedentes, no se refleja en los resultados de la hostelería. Una hostelería que paga elevados impuestos y tiene su punto álgido de negocio en julio y agosto. Julio empezó mal, la avalancha se retrasó un par de semanas, y en agosto los hoteles llenaron, pero solo en la quincena central.
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Los hosteleros, que están viendo la cuenta de resultados con preocupación, atribuyen el aumento de costes al encarecimiento de la electricidad. Eso está afectando a todo el mundo y de manera especial a los servicios. Pero hay otro factor que ha influido en la disminución de ocupación hotelera. Se trata de la competencia que ofrecen los alojamientos privados, sin condiciones adecuadas en muchos casos, pero más baratos.
No se trata solamente de las casas rurales, preparadas para alojar a turistas con todas las condiciones legales y debidos controles. El problema está en la enorme cantidad de viviendas privadas que admiten huéspedes, en muchos casos sin estar autorizadas para cumplir un servicio público, pero que resultan muy baratas dentro de un gran descontrol. Hay coincidencia general en que este verano los turistas, tanto en alojamientos como en restaurantes y bares, se miraban más el bolsillo que el año pasado,
Los hosteleros se han encontrado con más gastos y menos ingresos, al tener que hacer frente a una competencia desregulada. Una buena parte anticipa que cerrará los próximos meses, porque la perspectiva que les ofrece la situación económica y el incremento de costes de la energía no les compensa. Alguno de estos problemas tiene mala solución, al menos hasta que se arregle la guerra entre Rusia y Ucrania.
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Mientras tanto, claman por que se normalice el recurso a la utilización de viviendas privadas para alojar a personas desconocidas. Tampoco es fácil. Cada uno es libre de alojar en su casa a quien quiere, pero esta situación que se sufre en toda España merece muchos reparos: en primer lugar deberían contar con algún tipo de legalización que ofrezca garantías tanto a los propietarios como a los visitantes.
Los hoteles, casas rurales y hasta campings registran a sus clientes. Se registran sus documentos de identidad y se toman las medidas de seguridad necesarias para evitar cualquier tipo de circunstancia: robos, impagos, ocultaciones... Y todos pagan los impuestos. Todo el mundo tiene derecho a vivir y a ganarse la vida, pero es evidente que todo el mundo tiene la obligación de respetar la legalidad y contribuir a la seguridad y ajustarse a los principios de la competencia.
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