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La política social en Gijón hace aguas. Me refiero a que no consigue los objetivos que persigue, a la postre, ayudar a las personas en situación de pobreza a que puedan salir de ella. Más bien, sucede lo contrario. Acaban enganchados en una inercia de ... subvenciones infinitas que los convierte en dependientes de lo público. O sea, de los fondos que el gobierno de turno asigna casi a modo de caridad. Así, ese fin de insertarlos de nuevo en la vida laboral se ha perdido definitivamente. Se dan las ayudas, como quien tira pan a las palomas, allí donde caigan. En absoluto, se forma a los beneficiarios para la búsqueda activa de empleo, o se intenta de alguna manera la reinserción en un mercado laboral del que han sido expulsados. Resultado: las necesidades crecen y crecen, mientras que los recursos municipales no dan para tanto. Acaban siendo insuficientes ante el tsunami de peticiones que se producen cada vez que hay una convocatoria. Todo, para que luego los políticos utilicen esas bonitas frases que de vez en cuando nos sueltan. Gijón es una ciudad solidaria, integradora, con unos presupuestos muy (pero que muy) sociales, blablablá.
El último ejemplo lo hemos tenido con el programa 'Mi Barrio': una mala fotocopia de la renta social municipal puesta en marcha el pasado mandato y que obtuvo pobres resultados. En esta nueva versión, se puso a disposición de los más necesitados casi un millón de euros. Ingresados, por cierto, directamente en las cuentas bancarias de 1.109 familias, con el compromiso de gastarlos comprando en los comercios que se acogieron al programa, antes del 31 de mayo. Sin embargo, pasa el tiempo y eso no se produce. Solo se ha utilizado un tercio de esa cantidad, desconociendo qué ha pasado con el resto. Los comerciantes lo atribuyen a un cierto 'efecto fregadero': los descubiertos y deudas se han tragado el dinero ingresado en las cuentas. En cambio, los usuarios hablan de poca variedad de establecimientos donde comprar. El caso es que seguimos igual que siempre. Los fondos se gastan y nadie sale de esa inercia de la que antes hablábamos. Igual nuestro Ayuntamiento va a tener que pedir la devolución de buena parte de las subvenciones, lo cual, dicho sea de paso, en la mayoría de los usuarios, será más que difícil de conseguir. No sé, pero es hora de replantearse si el actual sistema de coge el dinero y gástalo sirve para algo más que nuestros gobernantes saquen pecho.
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