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En los intereses de un grupo oprimido no reside ningún atisbo de pureza esencial

Lunes, 12 de septiembre 2022, 00:41

La ley del péndulo es tozuda. Se alimenta del eterno batallar de los opuestos. El número dos es el tirano que nos obliga a escoger entre el sí y el no, el cable rojo o el azul, izquierda o derecha, religión o ateísmo, libertad o ... seguridad. Como ingenios mecánicos, reaccionamos positivamente a la lisonja y la crítica nos disgusta. La fraternidad y los intereses particulares se elevan sobre la razón y unos pocos hacen de portavoces: «la conozco bien, es mi amiga», «yo trabajé con ella», «si la borran nos borran a todas», proclamando una superioridad moral que tiene más de populismo presidencialista que de higiene democrática.

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