Dice un proverbio chino que 'Lo importante no son las respuestas, sino hacer bien las preguntas'. Por eso, en lugar de dar vueltas inútiles a los motivos por los cuales estamos donde estamos, la pregunta podría ser ¿Qué tipo de salida habrá de esta crisis? ... Desde marzo hasta hoy la evolución de los sucesivos pronósticos respecto a la forma y tiempo de salida de la crisis da para todo un manual de sociología y de economía.

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Dice el economista y psicólogo israelí Dan Ariely, muy afín a la línea de pensamiento de Daniel Kahneman o Amos Tversky, que en situaciones de shock como la actual da más información respecto al sentir colectivo un símbolo o una imagen con la cual se puede identificar un problema que los fríos datos económicos o estadísticos. Y el símbolo elegido fue una letra del abecedario, la cual representa por su forma gráfica el pronóstico de cada momento.

Al principio, bajo el impacto inicial y cuando no se sabía la duración que el problema de la covid podría tener, surgieron dos posturas: La primera fue la del avestruz, o sea, quitar importancia al problema y negar la evidencia, una postura muy poco útil, aunque muy humana. La segunda, confiar en una rápida y vertiginosa recuperación, que se simbolizó con la letra 'V'. Al ver que la realidad era más compleja y sombría, la siguiente letra elegida fue la 'W', que representaba una situación cíclica, con recaídas y confinamientos recurrentes, es decir, un tobogán de subidas y bajadas incesantes. Pero la dificultad para encontrar una vacuna de forma rápida y la profunda crisis económica mundial (sobre todo occidental), hizo apostar por una 'U', es decir una bajada con un largo valle antes de dar la vuelta a la senda del crecimiento. Posteriormente, la gravedad del problema, unida a la gestión pasiva y caótica de la pandemia que han hecho muchos países occidentales a nivel sanitario y económico nos condujo a pensar que la letra que mejor reflejaba el futuro sería la 'L'. Es decir, una especie de caída abrupta, seguida de un largo estancamiento, sin un horizonte de crecimiento posterior.

Pero en esa sopa de letras que trata de atisbar el futuro, insignes premios Nobel de Economía de diferentes líneas de pensamiento económico como Krugman, Stiglitz, Mundell, Prescott o Mortensen apuntan a la letra 'K' como símbolo gráfico que define lo que sucederá en el futuro. Es decir, después de una bajada brutal se producirá un pequeño rebote y a partir de ahí los caminos se bifurcarán de modo que una pequeña parte de la población, la de los más afortunados, se situará en el segmento superior, el ascendente, de la 'K' y vivirán tiempos de prosperidad. Para la gran masa, el futuro que le espera es situarse en el segmento inferior, el descendente, de la letra 'K', con una gran pérdida de ingresos y de calidad de vida. O sea, el fin de la clase media.

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Puede ser que la renta media o los ingresos medios por habitante se vayan a recuperar en el futuro, pero con una distribución y dispersión respecto a la media muy distinta a la actual. Hay un concepto estadístico que refleja muy bien esta situación y es la diferencia entre media y mediana. Se entiende por 'media' el resultado de dividir muchos datos entre el número de datos y se entiende por 'mediana' el valor o dato que deja tantos casos por encima como por debajo. Un didáctico ejemplo, lo aclara fácilmente. Imaginemos un grupo de siete personas a los que bautizaremos con el nombre de 'Españoles 2020' cuyo ingresos fuesen: 10, 10, 12, 14, 15, 20 y 38. La suma de esos datos da como resultado 119 y la media seria 17 porque 119/7= 17. Pero, la mediana seria 14 porque hay tres datos por debajo (10,10 y 12) y tres datos por encima (15, 20 y 38). Ahora imaginemos ese mismo grupo de personas varios años después, llamado 'Españoles 2025', cuyos ingresos serían: 6, 8, 8, 10, 12, 23 y 59. La media ha subido de 17 a 18 porque los siete datos suman 126, y 126/7=18, pero la mediana ahora es 10 porque es el dato central en la serie estadística. Es decir, el ciudadano que está en el medio de la serie ha bajado sus ingresos de 14 a 10, perdiendo el 28,6% de sus ingresos. Este fenómeno, llamado en economía 'el truco de la mediana', refleja cómo los ingresos globales de la población pueden aumentar con el paso del tiempo y la 'renta media' también, pero el dato verdaderamente representativo que es la 'mediana' indica que la clase media ha sido erradicada. Y eso es lo que, muy probablemente, va a suceder en Occidente y en España. Siguiendo con la letra K, Occidente está 'kaputt' (en alemán roto, destruido).

La tribu de los Masai, de Kenia, país que curiosamente también empieza por la letra K, tiene la poco inteligente costumbre de chupar con cerbatanas la sangre de sus famélicas vacas, con lo cual las vacas no engordan y no valen ni para dar carne ni leche. Si las dejasen crecer y engordar sería mejor también para ellos, pero siguen chupándoles la sangre.

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La covid firmó el certificado de defunción de una clase media que en países como España ya estaba herida de muerte desde hace tiempo. Una clase media exhausta, a la que se le aplican sistemáticamente sanguijuelas sin piedad y a la que ya no le queda sangre que le puedan chupar.

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