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Cuando escribo este panfleto la casualidad hace que coincida con el día dedicado a la mujer y a la niña en la ciencia. Siempre hay un día en el calendario dedicado a algo, bien sea para resaltar una buena acción, como éste, que quiere convencer ... a la niña y a la mujer de que se inclinen por la ciencia, o bien los que halagan las mentes para el consumo, como el día de los enamorados, que estaba al caer. No es para inmiscuirme en el sagrado principio de que cada uno estudie o se prepare para lo que le venga en gana, pero sí advertir de que en ese caso las mujeres no deberían quejarse de las llamadas brechas salariales. Todos los trabajos que contribuyen al bien común son dignos y necesarios, pero imposible remunerarlos por igual si conllevan un largo aprendizaje y responsabilidad manifiesta. Poner ejemplos me parece superfluo, y el que quiera entender que entienda. Si los demagogos quieren medir a todo el mundo por el mismo rasero, como ocurre con cierta gente en este país, entonces los mejores se marchan fuera, y me parece correcto.
Una vez demostrado que la inteligencia en ambos sexos es idéntica, aunque las chicas saquen mejores notas, pero se atribuye a que trabajan más, el que opten por una carrera u otra puede deberse a factores de rutina. Yo tengo en la familia una ingeniera y una neurocientífica, que además estudiaron a miles de kilómetros y en otra lengua; y nunca tuvieron quejas, asumiendo que el frío, el calor y la soledad eran el peaje para un logro. Nada de confiar en la ayuda de Dios y en la lotería, que es en lo que suelen recrearse los vagos, porque eso no resulta. O por lo menos a mí no me ha dado resultado.
Como dice el romancero: «Dios que buen vasallo si oviesse buen señor». Hemos tenido la mejor científica que ha dado España, nacida en Canero. La gente se alborota poniendo y quitando nombres a las calles, algunas con placas de impresentables de uno y otro signo, y nadie rinde el homenaje debido a Margarita Salas. Tiene la reina Sofía su aeropuerto en Tenerife, Rosalía de Castro en Santiago, Seve Ballesteros en Santander, Lorca en Granada, Picasso en Málaga y Adolfo Suárez en Madrid. La ciencia es lo que permanece, mientras la filosofía, la economía y la política van en gustos y en caprichos, no hay más que fijarse en Ramón Tamames. Lavoisier será siempre valorado por lo que hizo; Voltaire, tal vez si o tal vez no. Qué bonito sería que las niñas pudieran leer: Este aeropuerto lleva el nombre de Margarita Salas, la mujer que tanto se esforzó por la ciencia, trabajando hasta su muerte.
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