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Hacen mal nuestros gobernantes en no atender a los movimientos sociales que se están produciendo. Ojo, independientemente de su tamaño, puesto que acaban generándose efectos multiplicadores y sinergias entre ellos. Es el caso de la huelga en el transporte que estamos viviendo. Al principio, el ... Gobierno de Pedro Sánchez la ignoró. Al ser convocada por una organización minoritaria en el sector, pensó que carecería de repercusión alguna para el ciudadano. Ahora bien, con el paso de los días ha ido creciendo hasta convertirse en un problema de Estado. Más que nada, por las estanterías vacías en los supermercados o fábricas que se paran. Hacen mal, digo, en no ver que cualquier chispa, cuando estás en medio de un pajar, puede producir un incendio de inusitadas proporciones. Es lo que ha traído consigo dos grandes crisis consecutivas: primera, la pandemia que aún no ha terminado y segunda, una guerra en territorio europeo. Cualquier Ejecutivo que escuche a la calle debería de saber esto. O sea, que cuando un sector como el del transporte dice 'basta', otros muchos van a seguir por el mismo camino. Ejemplo, la gente del campo o la pesca. En definitiva, un malestar general que debería haber tenido una respuesta rápida y efectiva desde instancias gubernamentales.
Sin embargo, no ha sido así. La ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, ha dado toda una lección de cómo no se deben hacer las cosas. En primer lugar, reaccionando tarde y despreciando a los huelguistas (eran miembros de la ultraderecha) y segundo, convocando una reunión con la patronal mayoritaria donde salió peor que antes. Es decir, al paro se unieron otros 50.000 camiones más, al ver las continuas divagaciones ante los problemas de las tres ministras que allí se juntaron. Sin duda, una negociación pírrica la de Sánchez -aunque se ofrecieron 500 millones de euros en ayudas como placebo- que ha agravado aún más el conflicto. Recordemos que en Asturias el plan de vías de Gijón o la autovía A-66 hacia el Suroccidente dependen de su diligencia. Por no hablar, claro, de la puesta en marcha del AVE, que estamos esperando como agua de mayo. En fin, como todo lo haga así: aviados vamos. Podemos seguir esperando 'ad infinitum' a que dé respuesta a nuestras carencias en materia de infraestructuras. No sé, igual cualquier día dice que no somos representativos a nivel español, o que no tenemos derecho a reclamar nada. En fin...
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