Altos cargos a mansalva

La 'reciella', que traducimos como gente menuda o directamente ganado, somos eso que llaman 'el pueblo' o, en lenguaje más en fino, 'la ciudadanía'. Parecen ajenos a la desafección que producen y que está llevando a mucha gente a apostar directamente por apoyar opciones extremistas, que pueden conducir muy pronto al fin de las democracias tal y como las conocemos. El hartazgo es muy grande en la gente. Pero ellos se lo toman como normalidad democrática.

En un país donde no hay trabajo y el que hay está mal pagado y se desarrolla en unas condiciones precarias, es un insulto para sus habitantes que sus políticos tengan unos sueldos de ensueño, junto a los de apostadores, logreros, chollistas, nepotes o rentistas que pululan, por cierto, siempre cerca del poder. Suerte tienen, quienes viven de la política, de que estemos en un estado envejecido, cuya gente tiende al conservadurismo y no quiere jaleos, aunque una mayoría malamente llegue a fin de mes. Muchos, incluidos los pensionistas, protestan, pero aguantan. ¿Hasta cuándo?

Los jóvenes optan por marcharse, por convertirse en extranjeros. ¡Buf, menos mal! ¿Eh, señores políticos? O por un nihilismo suicida que les lleva a vivir una ficticia vida 'de móvil' y/o a echarse en brazos de opciones, digamos, peligrosamente destructivas.

En Asturies llevamos así desde que el sindicalista somático y felón fundara el 'régimen' que hasta hoy llega a sus nietos; paz (de los muertos) a cambio de pensiones y untamientos, sin oposición.

Así, llegamos al récord de 2023: tener 76 altos cargos (20 más que antes) con 49 directores generales y un porrón de subdirecciones generales. Apretadinos, que hay fame y escasez en la peña ¡Ah, menos portavocía y más gestión a Melania Álvarez García!