Si el deporte ejemplifica una forma limpia y honesta de afrontar la vida, personas como Agustín Antuña representan la máxima expresión de esa condición. Gijón perdió ayer a una persona buena, a un deportista extraordinario y, por encima de todo, a un embajador como pocos. ... No es necesario enumerar un palmarés en el que figuran hasta seis Juegos Olímpicos para entender la magnitud de un profesional que reflejó en cada etapa de su vida un orgullo por ser gijonés cuya dimensión solo alcanzará a entender quien lo practique.

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Como deportista, Agustín Antuña es un referente; como socio del Grupo Covadonga, una leyenda, y como ciudadano, una predisposición sincera a colaborar en todo lo que supusiera un beneficio para su ciudad. Siempre vinculado al deporte, a ese espíritu que le hizo grande, Agustín fue hábil en la gestión y también uno de los primeros en entender la importancia de potenciar el deporte femenino. Lo hizo, como no, en el club de su vida.

España llora hoy a un deportista ilustre. Asturias llora hoy a un gijonés de los pies a la cabeza.

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