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En la plaza del 6 de Agosto de Gijón un camarero retiraba los restos de las consumiciones de la terraza cuando una gaviota se posó ... aleteando en la bandeja, que cayó con estruendo. A su reclamo, no sé si de alarma o de festín, otras gaviotas acudieron en confuso tropel de alas y graznidos. El camarero salió corriendo a refugiarse en el bar. Este otoño protagonizamos un altercado similar en un pueblecito costero de Cornualles. Mientras caminábamos por el muelle, mi mujer comía una empanadilla típica cuando una gaviota se le posó en la cabeza y le arrebató el bocado que tenía en la mano, exactamente junto al cartel de 'No alimentar a las gaviotas'. Como siempre, decenas de gaviotas se sumaron a la algarada disputándose el trozo de empanadilla que cayó al suelo. Mi mujer retrocedió espantada, causalmente, hacia el lado correcto. De haber dado un par de pasos en la otra dirección habría caído al agua. La caótica escena me recordó la película de 'Los pájaros' y pensé que tal vez Hitchcock veranease en uno de esos pueblos de Cornualles y sus agresivas gaviotas le hubiesen inspirado su película. La cosa no iba desencaminada. La película de Hitchcock estaba basada libremente en un relato de Daphne du Maurier y en otro suceso acaecido en California.
Daphne du Maurier fue una escritora que vivió en Cornualles y escribió varias novelas trasladadas al cine por Alfred Hitchcock, como 'La posada de Jamaica', 'Rebeca' y 'Los pájaros'; las tres originalmente ambientadas en aquella costa, aunque la versión cinematográfica sitúa la última en California.
La narración que Du Maurier escribió en 1952 fue inspirada por un ataque de gaviotas a un granjero que araba sus tierras en Cornualles, que ella misma presenció. El relato comienza cuando el protagonista, trabajando en una granja, se disponía a comer una empanadilla cornuallesa y unas gaviotas le pasaron tan cerca de su cabeza que le tiraron la gorra. Casi como nos sucedió a nosotros. La historia crece cuando se producen unos inexplicables ataques de aves, pequeños pájaros al principio, estorninos y córvidos después, gaviotas, alcatraces y aves de presa, que se concentraban por millares y atacaban cuando subía la marea, sin que nadie supiera cómo reaccionar ante tan inexplicable comportamiento, mientras los muertos se acumulaban.
El 18 de agosto de 1961 el 'Santa Cruz Sentinel', un diario local de la bahía de Monterrey, publicó una noticia a toda página bajo el titular «Una invasión de aves marinas golpea los hogares costeros», a la vez que anunciaba de forma más discreta la construcción del muro de Berlín. Informaba el periódico que la noche anterior una lluvia de pájaros se estrelló contra las casas, añadiendo fotos de los ayudantes del sheriff rodeados de pardelas vivas y muertas. Tres días después, el diario informó que Hitchcock, interesado por el hecho, había pedido una copia del periódico porque estaba preparando una película sobre el relato de Du Maurier y quería ampliarlo con la experiencia local, aprovechando para negar cualquier responsabilidad sobre el ataque y asegurando que no fue un truco publicitario, sino una simple coincidencia.
Aunque la historia se basaba en la agresiva actitud de las gaviotas de Cornualles, el caso californiano tuvo un origen diferente. Las aves de California eran pardelas cenicientas que preparaban las reservas para su migración atiborrándose de anchoas, puesto que el periódico informó que al día siguiente, junto con los cadáveres de las pardelas, había abundantes restos de anchoas semidigeridas regurgitadas.
No atacaban a la gente, pero miles de pardelas ofuscadas provocaron daños materiales y heridas a ocho vecinos. La primera explicación dada sobre el tema fue que una densa niebla pudo desorientar a las aves, que, atraídas por las luces, chocaban contra las casas, algo que Hitchcock incorporó a su película.
Treinta años después aparecieron en las playas californianas aves y focas moribundas. Las necropsias mostraron que estaban envenenadas por ácido domoico, conocido como la toxina amnésica de los moluscos, un compuesto tóxico para el sistema nervioso producido por unas diatomeas –algas unicelulares– capaces de reproducirse de forma masiva en poco tiempo. Este estudio recordó el suceso de 1961 y especuló que ésta podía ser la causa.
En 2012, científicos de la Universidad de California publicaron otro trabajo titulado: 'El misterio detrás de 'Los pájaros' de Hitchcock'. Recurrieron a un registro de monitorización de plancton iniciada en 1949 tratando de encontrar pruebas que relacionasen los sucesos de 1961 y de 1991 y, en efecto, encontraron que en agosto de 1961 el zooplancton que se alimentaba de estas diatomeas en la bahía de Monterrey tenía niveles elevados de la toxina, lo que «apoya la afirmación de que el ácido domoico causó el frenesí de las aves marinas».
Nuestras gaviotas tienen menos glamur. Se acercaron más a las ciudades allá por los años 70, cuando crecieron los vertederos urbanos antes de concentrarse en Cogersa, y se asentaron porque las ciudades les proporcionan un hábitat más acogedor que el natural (tejados inaccesibles, mejores temperaturas que facilitaban una reproducción más temprana, mayor supervivencia de los pollos, habituación a la gente) y además contribuimos a que se acostumbrasen a considerarnos suministradores de alimento, voluntaria o involuntariamente. Un estudio, realizado, cómo no, en Cornualles, comprobó que si las miras directamente reduces la probabilidad de que te arrebaten la comida, tardan más en acercarse y lo hacen más lentamente. Lo que no dice es qué puedes hacer cuando te atacan por la espalda.
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