No es una melodía. Es una de las cuatro esquinas de la Península Ibérica. La que compartimos con gallegos, portugueses del norte y del centro, leoneses y santanderinos. Puede que ahora debamos renovar la alianza de buena vecindad, presentándonos como un bloque territorial para concebir proyectos juntos. La idea se expuso en la Cámara de Comercio de Oviedo el pasado 10 de junio, dentro del ciclo de conferencias que Tribuna Ciudadana dedica al arco luso-cantábrico. El día era la fiesta nacional portuguesa. Y no fue la primera vez que la conmemoramos. En 2014 la UIM, embarcada en el 'Creoula', contribuyó a organizarla en Sevilla.

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Pero antes de hablar del Canto Noroeste conviene decir que el territorio es una muñeca rusa, uno encaja en otro según la escala del mirar. Que la geografía no es una máquina de cortar en trozos la superficie del planeta para descubrir la región que, oculta, está esperando a que alguien la destape. Que la región se construye con proyectos, su estado actual es la concreción de la memoria del pueblo que la habita, que constantemente va ajustando a sus capacidades y circunstancias.

Como el Canto es alto, desde él se desparraman las aguas. Siguiéndolas fueron las gentes que configuraron los estados peninsulares. Portugal también nació aquí, hijo del condado portucalense, desgajado de la rama gallega del árbol asturleonés. Al que comenzó a tratar como extranjero. A la vez que embestía al sur, por lo que Afonso Henriques, a cambio de reconocer a su primo, Alfonso VII, como 'emperador das Espanhas', pudo llamarse Afonso I de Portugal, 'O povoador'. Y fijar la frontera más antigua de Europa. Portugal y Castilla marcaban la línea del 'No, más allá', y ligaron su destino a empujarla hasta rodear el mundo. Así que el Canto, primero fue Finisterre; luego centro, y ahora, de nuevo, Finisterre.

¿Será posible recuperar una posición central? De serlo, tendrá que ver con la mar. El Canto está en el quicio de la estación Terminus de la nueva ruta de la seda. La puerta está en Róterdam y se abrirá más hacia el norte con la ruta del Ártico. Entonces el Canto tendrá la oportunidad de demostrar a Europa que un nuevo camino de Santiago es necesario. Para estrechar el vínculo atlántico, por donde se puede reducir la dependencia energética del este.

Mientras tanto, el Canto presenta la desvitalización social como seña, pues contiene las cuatro regiones más viejas de España, lo que contrasta con las portuguesas. Lo mismo ocurre con las tasas de actividad y paro. Por el contrario, la productividad portuguesa es más baja, porque su industria asegura su competitividad con bajas remuneraciones del trabajo.

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El Canto Noroeste no está en una Zona de Integración Económica Mundial, ni cuenta con una metrópolis internacional global, pero presenta una potente región urbana en el litoral portugués, que apunta tendencias de crecimiento, y se prolonga por el 'eixo galego' hasta Ferrol. Y una metrópoli en Asturias, que busca desenclavarse, una vez transformada su función tradicional. Menor jerarquía tienen las ciudades de Castilla y León, entre las que destaca el sistema Valladolid-Palencia, movido por el sector automovilístico, y relacionado con Santander que también mira hacia 'Euskal Hiria', el sistema urbano vasco.

Sobre estos pilares se dibuja un mapa en el que las ciudades flotan sobre un territorio cada vez más naturalizado, que crece a costa del espacio rural estructurado. Sus urbes no son municipales, son organismos policéntricos que funcionan unitariamente. Ellas estructuran la fachada atlántica europea en cinco regiones motoras y varios espacios de integración: unos de fuerte potencial y otros frágiles, en riesgo de desertización. Surgen así bloques geográficos, que enmallan los espacios motores con sus espacios de integración. Uno de ellos es, el Canto Noroeste, de unos trece millones de habitantes. Acelerar su construcción es de interés, interno y para Europa, que necesita asegurar su proyección atlántica. Ello se concreta con proyectos pertinentes. Los encontraremos en la economía azul, pues todos sus sectores de actividad están representados aquí y su reto es incorporarlos a las nuevas condiciones del tiempo. En los ríos, cuyas cuencas son contenedores de un gran patrimonio rural y ellos vectores de proyectos compartidos. En las plataformas de cooperación institucional, especialmente las universitarias. En la mejora de las comunicaciones, para aumentar la cohesión interna y elevar la irradiación internacional; la conexión ferroviaria de Portugal con el 'eixo galego', es una oportunidad para modernizar el vetusto corredor cantábrico.

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En contra, juegan la ausencia de una estrategia orientadora de la cooperación y un predominio de la lógica competitiva entre territorios. No obstante, Portugal manda señales a favor de lo primero, y lo hace a través de su Jefe de Estado, que será el primero en peregrinar a Santiago para ganar el jubileo y luego visitará al Salvador, y en Oviedo recogerá su merecido doctorado de honor.

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