En las fiestas navideñas se dispara la ansiedad como consecuencia del hiperconsumo. Compras compulsivas de comida y bebida para las cenas de Nochebuena y Nochevieja para compartir con la familia y amigos; compras compulsivas para los regalos de Reyes; cenas con compañeros de trabajo; colas ... interminables para adquirir décimos de lotería en las Administraciones donde 'siempre toca'; el maldito coronavirus que no da tregua, incluso estando asaeteados de vacunas. Lo de siempre, a lo que se suma el repunte de la pandemia, que creíamos una batalla ganada. Pero lo que, por novedoso, llamó poderosamente mi atención es que hace unos días los medios de comunicación hicieron eco de que los transportes de Berlín ponían a la venta unos tickets comestibles impregnados con unas gotas de aceite de cannabis para combatir el estrés de sus viajeros. El billete es como una oblea que se puede ingerir, produce relajación pero no tiene efectos alucinógenos. ¿Curioso, no?
Publicidad
Este hecho me lleva a reflexionar sobre la hipocresía que invade la sociedad y las relaciones con los fármacos. Los que dirigen los transportes de Berlín creen que sus usuarios están muy nerviosos en Navidad y te venden un billete con extracto de cannabis para que te relajes, sin tener en cuenta si lo necesitas o no, si te sirve de ayuda o no o, incluso, si lo deseas o no. Te ven como un usuario ansioso que necesitas tratamiento. Sin embargo, si compras tus propias drogas y las tomas por cuenta propia, porque sientes que las necesitas o porque deseas proporcionarte a ti mismo tranquilidad, en un mundo que va demasiado deprisa, entonces eres un adicto que abusa de las drogas. Esta visión de la vida y esta política corta de miras, descansa en una fantasía médica que idolatra el estado clínico como si se tratase de un médico benevolente y demoniza al individuo autónomo, como si fuese un criminal y un paciente.
Según fuentes consultadas, en el Parlamento alemán se debatió hace tiempo un proyecto de ley de control de la marihuana, al objeto de legalizar el autocultivo para uso personal, el suministro en farmacias para uso terapéutico en enfermos de cáncer y la venta en algunos comercios con impuestos sobre la sustancia. El texto fue avalado en su día por catedráticos de Derecho Penal que insistían en que la represión genera más problemas que beneficios y es mucho más dañina que una cierta liberalización. Regular es mucho mejor que prohibir. Aunque sabemos que el cannabis no es inocuo y está demostrado que puede provocar deterioro cognitivo persistente y riesgo de enfermedad mental, fundamentalmente en los jóvenes, cuyo cerebro se encuentra en fase de desarrollo, pero prohibiéndolo no se va acabar con su consumo, todo lo contrario, lo que se prohíbe se hace más atractivo.
Y en éstas estamos, drogas y fármacos para curarnos de la ansiedad y la depresión que produce la forma de vida de las sociedades opulentas. Somníferos para dormir; estimulantes para trabajar; niños a los que se medica para «curar» la hiperactividad; niños tristes a los que se les dan antidepresivos; niños conflictivos a los que se les receta antipsicóticos; niños angustiados que toman ansiolíticos. En definitiva, adultos y niños a los que se les da una pastilla y así se rebautizan las insensateces y las tragedias humanas como enfermedades, para no escucharlos y no ir a la raíz de los conflictos que vertebran una sociedad hipócrita y 'kaputt' que por un lado sermonea contra las drogas y, sin embargo, recetan y ofrecen aquello contra lo que vituperan.
Publicidad
Realmente sorprendente los billetes para reducir la ansiedad impregnados con gotas de cannabis, pero también es extraño el colaboracionismo habitual con normativas que sin duda habrían sido motivo de carcajada hace unos años y cuya progresiva implantación difícilmente sería explicable solo en función de la voluntad represora de los legisladores, como el pasaporte covid, la prohibición de fumar en terrazas al aire libre, etcétera. En fin, sociedades de sujetos miedosos, estresados, deprimidos, ansiosos y necesitados de sustancias químicas, que no tenemos tiempo porque solo tenemos prisa. Y ¿qué me dicen de la nueva criptomoneda bautizada como el maricoin? Un mundo realmente sorprendente.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.