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Apena, no poco, a quienes llevamos toda la vida dedicada a la Universidad, el ver que la institución, o las decisiones de sus legítimos gestores, provocan crispación, enfrentamientos entre titulaciones y centros y, lo que aún es peor, entre ciudades que acogen campus.
Convertir los ... recintos universitarios –la verdad que demasiados en nuestra 'alma mater'– en campos de batalla, genera una desazón irreprimible y desmoralizante. Bastante tenemos todos los que, de un lado u otro de la tarima o en las oficinas, bibliotecas y laboratorios –cuando no desde casa–, tenemos que hacer frente, como el resto de los mortales, a las inmensas limitaciones de la pandemia, a una burocracia absurda y desmedida (también telemática) y a una falta de medios materiales y hasta personales que nos causa daños, incluso patrimoniales (como personalmente he sufrido).
Yo creo, de cuanto se ha hecho público por parte del equipo del rector Villaverde, que solo son las ideas prioritarias, precisadas de concreción, acomodo, financiación y plazos, y que pocos disentirán de una parte de la diagnosis: por ejemplo, la falta de espacio, que es acuciante en lo que fue el primer gran proyecto de campus –luego desechado por la especulación, digámoslo claro–, que fue el de Llamaquique. Ahí hay un extraordinario edificio de Álvarez Castelao y también las sedes de Ciencias y Formación del Profesorado. Pero esos edificios –el miércoles se reiteraba desde el Tribunal Superior de Justicia–, también son apetecibles para una ciudad de la Justicia, tan dispersa ella por distintas zonas e inmuebles de la capital. Sin salir de Oviedo, no pocos artículos he escrito apoyando en su día a los colegas sanitarios y, particularmente, al exrector López-Arranz en contra de la disgregación de los estudios médicos (y de Enfermería), entre el HUCA y el Cristo. ¡Menuda excursión y los malos hábitos a los que puede dar pie! De ahí que reunificar la titulación sea algo, para mí, muy deseable, aunque, también estoy absolutamente de acuerdo en que una facultad no solo son espacios de docencia, que ya hay en el hospital.
El tema de Minas tiene aristas supramunicipales y, aunque la tentativa no es nueva, la unificación de estudios en Mieres –que funcionalmente es entendible– no solo genera malestar en la sede ovetense, con amplia tradición y prestigio, sino que, como tampoco es la primera vez, origina crispación y rivalidad entre corporaciones municipales y hasta anuncios de movilizaciones altisonantes.
Con todo, pese al anuncio de titulaciones a repartir, algunas muy esperanzadoras e ilusionantes, el enquistado tema del Grado de Deportes no ha dejado satisfechos ni a los portavoces de los intereses mierenses, dada la inversión hecha allí en instalaciones, ni a amplios sectores de Gijón que, sin duda, es la ciudad que cuenta con el mejor campus, homologable con el de otras universidades, aunque la potencia y prestigio de la EPI quede limitada por la escasez de títulos y, en mi humilde parecer, por la forma en que se ha gestionado la vinculación de la espectacular Laboral a la Universidad asturiana, donde sí está la Facultad Jovellanos, donde yo mismo tengo parte de la docencia desde hace siete años.
Son decisiones muy difíciles y creo que la premura, la emergencia, ha condicionado una toma de decisión que, con tantos puntos de docencia e investigación en la región, era previsiblemente susceptible de contestación, por más que algunas Administraciones territoriales quieran ser más prudentes que otras.
Yo espero que, sin merma del poder decisor de los órganos competentes –esto es una Universidad, no una Mancomunidad de municipios–, todo se dialogue con las instancias afectadas y se le dé visos de viabilidad económica y temporal. No creo que vaya a haber temeridades o en eso confío. Pero también es cierto que, en estos últimos días, a varios colegas de las tres ciudades implicadas les he oído cosas como que tal revolución se lleva con pelos y señales a un programa electoral… Y ya se verá lo que se vota. Democráticamente, el comentario es correcto, pero si, como apuntaba, un equipo entrante se encuentra con problemas enquistados y con necesidades imperiosas de espacio y obsolescencia, no va a esperar a otras nuevas elecciones. Aunque se equivoque, lo que, en parte, tiene probabilidad de ocurrir.
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