Difícil no estar de acuerdo con Adrián Barbón, o con cualquiera que lo diga, en que el personal quiere que le ahorren barullos. Bastante difícil se ha puesto esto de salir adelante en los últimos tiempos como para que quienes han de encontrar soluciones a ... los problemas comunes le añadan dificultades al asunto de vivir. Aunque cuando existen dos partes irreconciliables, los barullos casi siempre son huérfanos. Los otros se los atribuyen a los unos y viceversa, así que la mayor parte de las veces, cuando el humo llega a la nariz hace rato que las llamas han consumido cualquier posibilidad de entendimiento. Esto es lo que parece suceder en el PSOE de Gijón, donde los rescoldos son antiguos y ahora el conflicto es innegable. De un lado, quienes defienden la celebración de unas primarias porque consideran que la alcaldesa no es la mejor opción para revalidar el gobierno local. A Ana González le atribuyen no solo tropiezos, sino una valoración de los ciudadanos en las encuestas tan por debajo de las siglas que la respaldan que resta votos a su partido. Muy distinta es la visión de la alcaldesa, que no solo cuestiona estos sondeos, sino que considera que como todos los regidores en ejercicio de su partido no solo tiene derecho estatutario a postularse para liderar la lista, sino que además se lo ha ganado dando la cara en una pandemia, gestionando tiempos difíciles y hasta sustentando una coalición que no siempre la ha beneficiado.

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El proceso de primarias se veía venir con tanta claridad que muchos casi dan por descontadas las seiscientas firmas que se necesitan en el PSOE de Gijón para presentar una alternativa a quien ganó las anteriores elecciones. Es el sistema que los socialistas se han dado a sí mismos: en la discrepancia, que decida la militancia. Y llegados a este punto, casi resulta lo mejor para ambas partes. El desgaste del enfrentamiento ya no se lo pueden ahorrar y si la alcaldesa no demuestra su fortaleza entre los afiliados, caminaría hacia la campaña bajo la duda del respaldo que tiene en sus propias filas. Lo peor de la fórmula elegida por los socialistas para sus alcaldes, pensada curiosamente para que resulte muy difícil descabalgarles, es que solo un éxito en la recogida de firmas se colorea de forma peligrosa con los tintes de una moción de censura. El secretario general de los socialistas gijoneses, Monchu García, aseguró que seguirá defendiendo un acuerdo sobre la candidatura. Pero con la pólvora gastada, incluso una tregua se antoja difícil. En cualquier caso, las primarias, acertadas o no, siempre serán por concepto más democráticas que otras fórmulas que también veremos más adelante, donde los estatutos de algunos partidos lo único que garantizan es un amplio abanico de posibilidades entre el dedazo y la aclamación.

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