Secciones
Servicios
Destacamos
Esta mañana tocaba retrasar los relojes y otros equipos domésticos y profesionales una hora. Es una de esas dos fechas anuales en que la costumbre, más ya que la conveniencia, obliga a hacerlo. Un día como hoy los más optimistas, los que tienen la suerte ... de disfrutar hasta con las cosas más pequeñas, suelen celebrarlo recordando que han podido dormir una hora más. Nunca es una mala sensación.
Los problemas vienen luego y no solo por tener que estar manejando el minutero de los relojes, sino por las consecuencias que el cambio deja en nuestras vidas cotidianas. A unas personas apenas les afecta, pero a otras les trastoca su normalidad. Sobre esto hay diferentes teorías científicas, como la que en Suiza, siempre tan precisos, explica que se nieguen al cambio horario para evitar el trastorno que les causa a las vacas en el momento del ordeño.
El cambio es presentado como una imposición pragmática mundial, pero eso es verdad a medias, porque en los Estados Unidos, por ejemplo, también lo hacen, solo que en diferentes fechas. Esto complica más aún las adaptaciones que se imponen en los horarios de los vuelos, sin profundizar en los trastornos somáticos que muchos médicos atribuyen a la alteración de la rutina de las comidas. Estamos ante un incordio que cada año por estas fechas despierta polémica.
La justificación oficial pierde su valor cuando se conocen datos sobre los resultados. Empezó a hacerse para sacarle mayor partido a las horas de luz, que tanto se reducen en el invierno. Se trata así, al menos en teoría, de ahorrar en el consumo de electricidad y combustibles. Pero los porcentajes de ahorro que se registran son insignificantes. Como en todo hay teorías diferentes, pero la que impera actualmente es que ese pequeño ahorro no compensa los trastornos.
Ante esta convicción generalizada, enseguida cabe preguntarse por qué el organismo internacional correspondiente no revisa si los cambios horarios continúan siendo necesarios, convenientes o susceptibles de ser suprimidos. Como la respuesta no consigue sentar unas ventajas y desventajas precisas, la única explicación para que hoy suframos el trastoque del cambio es que la dinámica de la costumbre frena el pragmatismo y nos obliga al conformismo.
Así que, ya se sabe, a atrasar una hora el reloj. Menos mal que la tecnología de muchos, empezando por los de los coches, demuestra mayor inteligencia, artificial, que la de los seres humanos y los retrasa y adelanta de manera automática. ¿Será una alerta de ese futuro que se anticipa en que la tecnología nos arrincone a la condición de espectadores?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.