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Me decía un compañero, cuando estábamos acampados en la región de Interlaken, en Suiza, que una de las grandes diferencias que encontraba entre aquellas tierras y Asturias era que los suizos almacenaban el estiércol del ganado en montones armoniosos con el paisaje, y nuestros aldeanos ... lo tiraban por el ventano al camino, allá que te va. Ciertamente, no fue la primera vez que los integrantes de aquel grupo de montaña habíamos tenido que dar un rodeo para esquivar el montón de cucho. La excepción loable la encontramos el pasado viernes cuando subimos a Santa María del Puerto. Ya saben, el pueblo somedano al que dentro de un mes lo van a pisar los tacones lejanos. Un desfile regio y un chorreo de vanidades que contrastarán con el pueblo tranquilo que hemos encontrado. Ahora son 84 vecinos, según dicen. Increíble, comparado con mediados de los años 60 cuando hacíamos las primeras ascensiones al Cornón, y un solo ciudadano velaba en invierno para cebar el ganado estabulado, o sacarlo a pacer si la nieve se derretía. Aún estaba en auge la trashumancia, y los que allí permanecían nos saludaban con el infinitivo latino: «Vais tenere bon día» o «paez qui vei chuvere».
Pero el gran dramaturgo suizo Fiedrich Durrenmatt nos ha descubierto en su obra 'Proceso por la sombra de un burro' que las costumbres en su país, en la antigua Grecia y en el Suroccidente asturiano no se diferencian gran cosa. El argumento de esta farsa se refiere al pleito de un sacamuelas que alquila el burro a un asnero para trasladarse a otro lugar, y este último quiere cobrarle aparte la sombra cuando el primero se apea abrasado por el calor. De semejante nadería, los picapleitos los enzarzan en un juicio interminable, donde se arruinan, como ocurría en la antigua Grecia y ahora en Somiedo. Al final interviene el burro, diciendo que si el público cree que él es el único animal que hay en la función.
Los ayuntamientos de Somiedo y Cabrillanes están también liados en un pleito que parece interminable, por pastos y deslindes, que de paso afecta a los límites de Asturias y León. O sea, que si los del otro lado ganan, Asturias será más pequeña. La actual frontera la estableció la medición militar de 1946, pero los de León abrieron pleito cuando José María Aznar subió al poder, lo cual parece que tiene tufo de oportunismo. Veremos a ver lo que dice doña Leonor de todo este follón.
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