Podría hablarles en este artículo de lo ridículo que es que alguien trace un plan para el 2050 cuando no lo tiene para pasado mañana, o de lo absurdo que resulta que la máxima autoridad en la Seguridad Social española lance su enésima versión de ... cómo serán las cotizaciones de los autónomos en el año 2031 cuando no está claro cómo serán en el 2022. Pero no, este artículo no va de esas elucubraciones surrealistas, sino de algo real como son las burbujas económicas.
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El término 'burbuja' lo define muy bien el genial economista norteamericano Robert Shiller, Premio Nobel de Economía del año 2013, compartido con Eugene Fama y con Lars Hansen, cuando afirma que «una burbuja es la situación que se produce cuando el precio de un bien comienza a subir de forma especulativa, sin razón alguna de fondo para ello, solo alimentado por la esperanza que tienen los nuevos compradores de que la subida continúe… durante un tiempo». Al final, 'tonto el último' y cuando deja de entrar suficiente dinero para alimentar esa burbuja, se desploma como un castillo de naipes y los últimos que han metido (no invertido) su dinero, lo pierden todo.
La historia de la humanidad está llena de burbujas. Incluso, hay quienes sostienen que la primera evidencia de una burbuja se produjo en España, cuando en el siglo XVI se llegó a pagar una auténtica fortuna para poder ejercer un oficio o conseguir una plaza de funcionario, lo cual daba jugosos ingresos y gran prestigio social. (Por eso dicen que la historia se repite). Posteriormente, en el siglo XVII, en Holanda, surgió la famosa 'burbuja de los Tulipanes', en la cual la gente llegó a vender mansiones para poder comprar un exótico bulbo de tulipán. Viendo eso, parece difícil defender la racionalidad del ser humano, el famoso 'homo economicus' sobre el que se sustenta casi toda la teoría económica tradicional, y más bien parece que nos comportamos según la famosa 'exuberancia irracional' a la que se refieren Robert Shiller y el que fuera presidente de la FED Alan Greenspan.
La burbuja de los tulipanes acabó como todas las burbujas, es decir con la pérdida del 100% del dinero colocado en aquellos bulbos marchitos. Otra variante de burbujas es la que se genera cuando hay una revolución tecnológica y la gente apuesta indiscriminadamente a favor de cualquier proyecto, aunque la mortandad es altísima en esas fases iniciales. Un ejemplo de ello es la burbuja de Los Mares del Sur, que se formó cuando comenzaron los viajes transatlánticos para comerciar con especias, lo cual se repitió hace un siglo con muchas compañías automovilísticas y ferroviarias que no llegaron a producir un solo vehículo ni a poner un raíl. Y ahora el BCE ha advertido de que con el bitcoin y otras criptomonedas se podría estar formando otra gran burbuja. El bitcoin ha perdido en un mes más del 40% de su valor y tiene una volatilidad extrema. Incluso, el dueño de Tesla, Elon Musk, se ha bajado del carro del bitcoin, lo cual ha puesto en alerta a muchos y ha contribuido al desplome de su precio. Dice el refrán que 'sólo el necio confunde valor y precio' y este caso puede ser un vivo ejemplo.
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En estos momentos puede que estemos asistiendo a otra burbuja de tamaño muy superior a la del bitcoin, ya que los títulos de renta fija (bonos, obligaciones, etc.) tienen un precio altísimo y totalmente distorsionado por la política de expansión monetaria de la FED y del BCE. El simple temor a que se produzca un repunte inflacionario ha hundido el precio de las obligaciones españolas a 50 años un 17% en muy poco tiempo, y el desplome puede estar solo empezando. Hemos llegado a la situación demencial en la que quien presta dinero paga por prestarlo y quien lo recibe cobra y eso es una burbuja tan clara como la de los tulipanes holandeses del siglo XVII.
Pero, también existen las 'burbujas país': cuando un país tiene una situación insostenible a nivel social y económico. España es el segundo país más envejecido del mundo, acumula una deuda del 125% sobre el PIB, sufre un paro endémico, tiene un tamaño de la administración pública burocrática descomunal y 13 millones de personas trabajan para mantener a otros 34 millones. Dice el norteamericano Robert Lucas, Premio de Nobel de Economía del año 1995, que «la vida y la economía son dinámicas y quien no es eficiente desaparece».
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España es una colosal burbuja.
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