Borrar

De bragueta inquieta

Los reyes siempre han disfrutado de licencia para la vida licenciosa. Y si los Austrias eran rijosos, los Borbones mejoraron la marca

Martes, 1 de febrero 2022, 00:34

De Alfonso II el Casto para acá, no ha habido monarca español que no haya sacado su libido a pasear, sin preocuparse ni reparar en normas y costumbres. Recuerden los amores de Alfonso XI con la bella Leonor de Guzmán, uno de cuyos hijos, el ... bastardo Enrique, acabó coronándose rey tras decapitar en Montiel a su hermano Pedro I El Cruel, hijo legítimo de la reina oficial. Aquello asentó en el trono a la dinastía Trastámara, cuyos miembros, varones 'sexudos' y valga la metáfora, tienen anécdotas de bragueta para dar y tomar. Por ejemplo, uno de ellos, Enrique IV el Impotente, por no gustar del sexo contrario, cedió al caballero Beltrán la facultad de preñar a su mujer, la reina Juana, que así parió a Juana la Beltraneja, la que luego disputó la corona a Isabel I la Católica, hermana de Enrique. La tal Isabel casó con Fernando de Aragón, un bragueta brava que aportó a la boda con dos hijos, y que tras la muerte de la reina, casó con Germana de Foix para lograr descendencia aragonesa, aunque al poco murió por abusar de la cantaridina y de las turmas de toro, viagras de la época. Ya viuda, la tal Germana de Foix se lió con un nieto del propio Fernando, Carlos I y V, hijo de Juana la Loca, un impetuoso joven que sembró el país de bastardos, entre los que se cuenta don Juan de Austria, el héroe de Lepanto.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio De bragueta inquieta