No hay entrevista al cineasta Fernando Trueba, oscarizado por Belle Epoque, en la que no salga a relucir la oportunidad rechazada, que no perdida, de haber dirigido 'Novia a la fuga'. La cinta, otra comedia romántica noventera, volvía a reunir a la novia de América ... y a Richard Gere tras el apabullante éxito de 'Pretty Woman'. Maggie, la protagonista de la trama, era experta en salir huyendo despavorida desde el mismísimo altar tras cuatro compromisos matrimoniales.

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Hace unos días, coincidiendo con la inminente convocatoria del congreso regional del Partido Popular asturiano, Diego Canga renunciaba a su acta de diputado autonómico y confirmaba su regreso a Bruselas. El alto funcionario de la Unión Europea, apuesta personal de Núñez Feijoó, abandonaba su compromiso con Asturias escasos trescientos días después de ser llamado a representar a la derecha para las elecciones en el Principado y convertirse en su presidente. Muy poco le ha durado el idilio con los asturianos. De nada le han servido sus impecables credenciales y su afán por la defensa de la meritocracia y la gestión eficiente de lo público. A pesar de obtener el mejor resultado electoral en años, no fue capaz de alcanzar el gobierno por un puñado de votos. La hegemonía del Partido Socialista en nuestra región aún sigue siendo un misterio sin resolver.

Los liderazgos deben cocinarse a fuego lento, salvo el empecinado afán de algunos por achicharrarse antes de tiempo o presentarse poco cocidos a gobernar, cuando no saben gestionar ni su propia comunidad de vecinos. El veni, vidi, vici de Julio César sólo está al alcance de unos pocos. Hay que reconocer, en justicia, que la plaza no era fácil de torear y, pese a no salir por la puerta grande, el resultado fue más que digno. Está bien querer ganar, pero igual de gratificante es el éxito en las urnas como cumplir con el mandato, incluso si a uno le toca estar en la no siempre apetecible tarea de oposición. El topicazo de la política con mayúsculas es básicamente eso: aprender a perder y saber ganar; es decir, responder a la voluntad de los votantes por mucho que esta pueda ir en contra de las expectativas, propias y ajenas. Nos hemos habituado a tolerar las espantadas de los candidatos con demasiado cuajo. «O presido o me voy», parecen llevar tatuado bastantes en la frente.

Aunque las casualidades no existen, la buena fe se presume. También para los políticos. Según asevera el propio protagonista de esta historia motivos familiares le empujan a esa controvertida decisión y, si es así, no cabe más opción que respetarla. No hay por qué no creerlo o, por lo menos, no hacerlo del todo. Es quimérico determinar aún si además ha pesado el hecho de que no pueda presentarse al cónclave del partido en el que se elige al nuevo presidente, previsto para el próximo mes tras un largo periodo de sombrío interregno interno.

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La realidad es que, por 'h' o por 'b', el ruido es permanente en la derecha asturiana. Hecha jirones desde la crisis de Sergio Marqués y el retorno 'interruptus' de Francisco Álvarez-Cascos, la pacificación definitiva se torna imposible. Cinco candidatos para las seis últimas contiendas es el revelador dato que confirma la existencia de un importante problema de fondo. Parvo sentido tiene variar tanto de caras, como si de una camisa se tratase, si bien es verdad que a veces es más efectivo el fuego amigo que el enemigo. «No vengo a dar discursos bonitos, vengo a cambiar Asturias», decía el propio Canga días después de su designación a finales del año pasado. Suerte y gracias, pero no será en esta vida.

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