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Las eléctricas siempre han tenido mucho poder en España y son la puerta giratoria y el refugio dorado más utilizado por los políticos de todo signo cuando abandonan la tarea pública, y ese poder hace que influyan en el precio de la luz, pero no ... hay que olvidar que detrás del alto precio de la energía eléctrica también subyacen otros factores muy poderosos como son el hecho de rechazar la energía nuclear, así como la altísima carga impositiva que tiene la luz en España, suponiendo la misma más del 40% del coste total del recibo. Dicho de otro modo, hay muchas razones por las cuales la factura de la luz es cada vez más cara.
Esa esquizofrenia social, tan propia de los países latinos de defender una cosa y a la vez la contraria y no inmutarse, así como el centrarse en problemas superficiales o imaginarios para no afrontar los reales, hace que no se puedan resolver los problemas verdaderos. Así cayeron los grandes imperios. Durante el Imperio Romano, la existencia de corrupción, burocracia asfixiante y una gran descentralización hicieron que los bárbaros entrasen sin oposición alguna. Dicha debacle condujo a la escisión de aquel imperio, quedando sólo el Imperio Romano de Oriente, con capital en la actual Estambul o Constantinopla, antes llamada Bizancio, el cual también sucumbió en 1.453 a manos del Imperio Otomano. Y de Bizancio viene la expresión 'discusión bizantina', muy usada, la cual se refiere a una discusión inoperante que conduce a perder el tiempo y a no afrontar los problemas reales. Parece ser que, en plena expansión del poder otomano, los dirigentes del Imperio Romano de Oriente tuvieron una especie de largo cónclave en la antigua Constantinopla, en el cual discutieron largo y tendido sobre el sexo de los ángeles. Es decir, si tenían sexo neutro, si eran femeninos o masculinos u otra posibilidad diferente. Mientras tanto el ejército otomano tomó Constantinopla y acabó con aquel inoperante y decadente periodo. Todos los imperios tienen un principio y un final y Occidente agoniza.
Con la moda 'verde' o ecológica sucede algo parecido. Todos nos sentimos muy ecologistas, pero nadie está dispuesto a renunciar a una sola comodidad, muchas de ellas superfluas, las cuales todas implican un consumo energético. Incluso se llega al extremo de estar en contra de la energía eólica por su impacto ambiental o de ser antisistema, pero a la vez querer disfrutar de todos los dispositivos electrónicos de última generación. O sea, blanco y negro a la vez, según interese, pero sobre todo con comodidad.
La conciencia ecológica ha llevado a los inversores a buscar fondos que inviertan en empresas que sean respetuosas con el medio ambiente, aunque también hay una razón económica detrás, ya que se supone que dichas empresas van a recibir jugosas ayudas estatales y europeas. Siglas como SRI (Social Responsible Investing) o ESG (Environmental Social and Governance), ya forman parte de la jerga de los inversores financieros. Pero en lo verde tampoco es oro todo lo que reluce y por eso otro término de moda es el 'Greenwashing', lo cual traducido viene a ser algo así como 'maquillado o lavado de imagen verde'. Es decir, algo que se hace pasar por ecológico y no lo es realmente. El think thank británico Influence Map llegó a la conclusión de que de los 130 fondos de inversión tipo ESG analizados, 72 de ellos invertían en empresas muy relacionadas con factores altamente contaminantes.
En España, el Tesoro Público emitió hace poco 'bonos verdes' a 20 años, los cuales tuvieron un sobredemanda de 12 veces el importe de la emisión, y eso que su rentabilidad no era precisamente muy atractiva, ya que sólo ofrecían un pírrico 1,03% de rentabilidad, en un entorno en el cual la inflación está ya en el 3,3%. Hay que tener en cuenta que de ese 1,03% aún hay que detraer o quitar la parte correspondiente a la presión fiscal. Pero, la gran aceptación que han tenido esos bonos verdes españoles vino motivada, también, por la ausencia total de alternativas de inversión, ya que los bonos españoles 'normales' a 20 años, es decir, 'no verdes', dan una rentabilidad aún menor en torno al 0,92%. En el presente año, la emisión mundial de los denominados bonos verdes supera ya los 200.000 millones de dólares.
Nadie duda de la importancia de salvaguardar el planeta en el cual habitamos, pero para llegar a pasado mañana, primero hay que sobrevivir al presente. Y, las opiniones de muchos prestigiosos economistas de diferentes escuelas (Krugman, Shiller, Laffer, etc.) advierten del peligroso cóctel que se está formando. El cóctel está compuesto por varios ingredientes: el primero es una burbuja descomunal en la renta fija, formada por tipos de interés artificialmente bajos, la cual cuando estalle arrastrará a las bolsas. El segundo ingrediente es la estanflación (paro e inflación a la vez) que se está desarrollando en todo el mundo occidental y el tercero es el volumen descomunal de la deuda pública de muchos países. El cóctel ya se está agitando y está listo para servir. Sólo falta el hielo.
Occidente olvida un viejo proverbio chino que dice que 'para salir de un pozo, lo primero que hay que hacer es… dejar de cavar'. La clave no está en que el mango de la pala sea azul, verde o rosa. Pero lo que no se puede defender es blanco y negro a la vez.
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