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El término 'biopolítica' fue acuñado por el filósofo Michel Foucault. Designa la forma en que se ejerce el poder para regular los procesos biológicos y sociales de la población (movilidad, sexualidad, enfermedades epidémicas, etcétera). En el curso impartido en los años 1977-78 'Seguridad, territorio ... y población', Foucault estudia los modos distintos de ejercer el poder para gestionar las pandemias que asolaron Europa: la lepra, la peste y la viruela. La lepra se gestionó excluyendo a los leprosos, la peste mediante el confinamiento y la cuarentena, la tercera, testeando y haciendo cálculos sobre las probabilidades de contagio entre la población. Esta última forma de gestión muestra que la ciencia biológica y la estadística, lejos de ser neutrales, dependen de las instituciones, los medios de financiación que las promueven y los efectos que conllevan sobre las poblaciones cuando se lleva a cabo una forma u otra de gestión de las pandemias. Una cosa es la enfermedad de la Covid-19 y otra distinta es cómo se ha tratado. De una crisis sanitaria hemos pasado a un problema biopolítico. De la misma forma que cada nación tiene su Constitución, también cada nación ha regulado la vida social de su territorio y su población de manera distinta.
Cuando escribo estas líneas el Tribunal Constitucional, en una votación muy ajustada de seis votos a favor y cinco en contra, ha declarado ilegal el confinamiento domiciliario del primer estado de alarma. Éste permite limitar ciertos derechos, pero para conculcar derechos fundamentales, como confinar en sus domicilios a la población, el Gobierno debería haber declarado el estado de excepción. No es baladí la diferencia. Pero me preocupa más que el pasado el presente de lo que está ocurriendo: el cierre del ocio nocturno y que algunas Comunidades Autónomas barrunten imponer el toque de queda ante el repunte de la quinta ola, que se está cebando con la población menor de treinta años. Lo que me permite deducir que la crisis no es sólo sanitaria, sino que radica en un biopoder incompetente que no está gestionando bien. Las medidas tomadas y que se siguen tomando son incoherentes y contradictorias. Los bares de copas no son los culpables de la quinta ola, sino la desescalada precipitada, las juergas libres, aglomeraciones y botellones, que, como podemos observar en las imágenes que difunden los medios, nos muestran los desfases de gente sin mascarilla, sin guardar distancias y sin control de ningún tipo. Por consiguiente, el problema no está en el ocio nocturno y la hostelería, tiene que defenderse contra su demonización. Escribía Foucault que «tenemos que defendernos para que las instituciones se vean obligadas a reformarse. Por lo tanto, la iniciativa debe venir de nosotros, en forma de cuestionamiento y en forma de acción (...) Es en la medida en que me defiendo que mis derechos existen y que la ley me respeta. Por lo tanto, es sobre todo la dinámica de la defensa la que puede dar a las leyes y a los derechos un valor que nos es indispensable. El derecho no es nada si no cobra vida en la defensa que lo provoca; y sólo la defensa da, válidamente, fuerza a la ley».
Tenemos que defendernos de la biopolítica justificada por la pandemia. La agenda entre bastidores es implantar una forma de vida para crear sujetos obedientes, por medio de normas coercitivas (algunas ilegales) y «métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les imponen una relación de docilidad-utilidad» (Foucault). Con prohibiciones que van dando bandazos, carentes de sentido, una digitalización ideológica imparable y sin regulación, junto con el 'Big Data', se está construyendo un adiestramiento colectivo, que a base de datos demográficos, tasas de incidencia y mortalidad, deterioro paulatino del sistema de salud y utilizando como premisa la falaz esperanza de vida, dará pie a una involución del sistema de pensiones y a someter y excluir a los que discrepen.
El problema no es sólo el patógeno, sino su utilización para implantar una agenda biopolítica de corte autoritario.
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