![Biden y el 'limón español'](https://s3.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202105/08/media/cortadas/Imagen%20TRIBUNA%20Lim%c3%b3n-ktqD-U1403074186690iF-1248x1170@El%20Comercio.jpg)
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Nadie sabe si la bolsa va a subir o bajar y si lo supiese no lo diría». La frase pertenece al genial humorista y pensador norteamericano Groucho Marx y él mismo lo experimentó en carne propia, ya que quedó arruinado cuando el Crack del 29. ... Años después, escuelas de pensamiento económico tan opuestas como las de Fama o Shiller, ambos laureados con sendos Premios Nobel de Economía, llegaron a la misma conclusión. El comportamiento bursátil es impredecible porque influyen infinitas variables interrelacionadas entre sí. La bolsa es tan compleja como la vida y como el comportamiento del ser humano. Pero, como los terrícolas somos aficionados a bucear en estadísticas y a tratar de buscar correlaciones entre datos, ahora que se han cumplido los 100 primeros días de mandato del dúo Biden&Harris al frente de Estados Unidos, se compara el comportamiento del índice Dow Jones neoyorquino con distintos presidentes en su primer centenar de días al frente de la Casa Blanca.
Curiosamente, Biden acaba de afirmar que «el país no le debe su progreso a los logros de Wall Street, sino a la clase media y… a los sindicatos». Lo de la clase media es cierto, pero es difícil que a la gente le vaya bien cuando la bolsa se desploma, porque la bolsa es un termómetro económico y, por otra parte, es obvio que el poder sindical no sirvió para sacar al país de la Gran Depresión que siguió al Crack del 29. Si Estados Unidos lidera el mundo es por haber sido tierra de oportunidades y un lugar donde tuvieron cabida ciudadanos de cualquier parte del planeta… siempre que estuviesen dispuestos a comerse el mundo y deslomarse. Los mercados financieros y el bienestar de la gente no son cosas opuestas entre las que haya que elegir, son más bien la misma cosa.
El Dow Jones subió espectacularmente con Donald Trump y lo hace también ahora con Joe Biden, aunque el futuro dependerá en gran medida de que la FED siga inyectando dinero para mantener artificialmente bajos los tipos de interés de la renta fija. Desde la llegada de Biden, el Dow Jones se ha anotado ganancias superiores al 10%, lo cual no ocurría desde los tiempos del mítico John Kennedy en 1961, cuando subió el 9% en los primeros 100 días de mandato del que luego falleciese en el oscuro magnicidio de Dallas de 1963. Aunque el tirón del veterano Biden nada tiene que ver con el magnetismo de Kennedy. Dentro de los presidentes que fueron recibidos con subidas bursátiles también están Trump, Obama en sus dos mandatos y Bush padre. La llegada de Bill Clinton y su posterior segundo mandato fue recibido con tibias subidas del Dow Jones y del S&P500. Desde la II Guerra Mundial, el S&P500 recibió con números rojos a distintos presidentes de muy diferente corte ideológico y de muy diferente política económica, como fueron Bush jr., Reagan, Carter, Ford, Einsenhower o Truman. Es decir, cada vez parece más claro que la realidad económica es como una autopista estrecha por la cual hay que conducir el coche y que independientemente del conductor la ruta no va a variar mucho.
En cuanto a los mercados de divisas, desde la llegada de Biden se ha observado un debilitamiento del dólar frente a ocho de las diez principales divisas del mundo, destacando en especial su depreciación frente a la corona noruega. La bajada del dólar favorecerá las exportaciones norteamericanas. Estados Unidos presenta evidentes señales de debilidad como faro económico y político mundial, pero al lado de Europa nos saca muchos cuerpos de ventaja. La recuperación económica que ya están teniendo al otro lado del Atlántico, con una subida del PIB superior al 6% en el primer trimestre de este año, y su ágil política en el tema de las vacunas, contrasta con la entelequia burocratizada y caótica en que se ha convertido el viejo continente.
Las clases medias son el mejor termómetro de una sociedad y dice el saber popular que 'la virtud está en el término medio'. Aquellos países que solo piensan en generar riqueza sin repartirla bien, son ricos, pero se quedan sin clase media, la sociedad se fragmenta y tienen grandes conflictos sociales. Aquellos otros que solo piensan en repartir la riqueza sin generarla, empobrecen a la clase media y la exprimen fiscalmente como a un limón, con lo cual acaban con ella y, al final, son todos pobres y subsidiados. Aunque España es una potencia en cítricos, al 'limón español' ya no le queda zumo que soltar.
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